En La Serena las paredes hablan y la mayoría lo hace en un lenguaje incomprensible. El problema de los rayados o tags llegó para quedarse y día a día aumentan, yendo en contra de la estética de la ciudad colonial.
Sin duda, uno de los sectores más afectados es el centro. Basta con hacer un pequeño recorrido para contabilizar decenas de escritos que muchas veces sólo son hechos con el propósito de hacer daño.
Avenida Aguirre es un buen ejemplo. La pared del consultorio Emilio Schaffhauser se halla plagada de este tipo de escritos. Pero no es la única. Calles como los Carrera y Matta, entre otras, tienen el mismo inconveniente.
Un problema sin solución. Así lo han reconocido las propias autoridades municipales. Juan Alfaro, encargado de Servicio a la Comunidad de la casa edilicia, transita a diario por el casco histórico de la comuna y ha observado con algo de tristeza cómo éste se ha ido deteriorando, en parte precisamente por los rayados. “Continuamente nos avisan de que amanece rayado en ciertos lugares”, afirma con preocupación. “La semana pasada nos avisaron que amaneció así desde La Recova hasta Brasil por ambos lados (...), nosotros hemos ido con el propio alcalde a mirar y hemos quedado impresionados porque la verdad ya es mucho, son esos rayados que hacen los mismos jóvenes y que no se entienden mucho, ellos deberían ser los que más cuiden su ciudad”, agrega en tono crítico.
CONTROVERTIDO MURAL
El grafiti estaba ahí hace casi un año y medio, pero nadie había reparado en él. Sin embargo, bastó con la publicación de la fotografía de la pintura en la sección Reportero Ciudadano de diario El Día, para darnos cuenta que había un debate en ciernes que sólo requería de un pequeño empujón para llevarse a cabo.
“Si la Serena está limpia es por ti”, dice la leyenda del mural de la discordia, emplazado en calle Matta, entre Avenida Aguirre y Eduardo de La Barra. Fue autorizado por la dueña de la casa en la que se pintó, la cual quedó muy contenta con los resultados. Así lo manifestó a través de la página web de nuestro medio, donde, incluso, invitó a quienes lo realizaron a intervenirlo una vez más. “El mural está ahí hace bastante tiempo (...) si se tiene el interés de volver, pueden hacerlo y dispondrán de toda la muralla para expresar su arte”, señaló quien se identificó como Karen.
Pero no todos estuvieron de acuerdo. Y es que este grafiti en particular se ubica en el casco histórico de la ciudad, zona que es resguardada con recelo por el Consejo de Monumentos Nacionales y fue precisamente desde esta institución desde donde en primeros términos vinieron los reparos. “Cualquier tipo de intervención que se realice dentro de la zona típica, ya sea en un recinto particular como una casa o en una empresa debe contar con el permiso del consejo, incluso si el municipio o alguna oficina pública que desee hacer algo tiene la obligación de hacerlo saber y esperar la autorización”, explicó el coordinador regional de la entidad, Rodrigo Iribarren.
Agregó que en relación al grafiti en cuestión, “nadie nos ha consultado nada”. Así lo ratificó Luis Viada, exintegrante de la comisión asesora del consejo. “Por más que haya una buena intención de por medio, si no hay un permiso es ilegal, porque para estar en la Zona Típica debe cumplir con ciertos requerimientos que se deben aprobar en monumentos nacionales”, expresó.
ARTE VS. RAYADOS
Pese a que por norma, en principio este tipo de pinturas artísticas en el centro no se podrían efectuar, eventualmente surgen como una solución para ganar los espacios a otro tipo de rayados de carácter destructivo. Sin embargo, en la municipalidad de La Serena son categóricos: “Dentro de la zona típica, no”, señaló el alcalde Roberto Jacob al ser consultado en particular por el grafiti de calle Matta.
El edil asegura estar consciente de que “hay rayados y rayados (...) algunos efectivamente se hacen con un ánimo de destruir y otros probablemente no, pero nosotros no podemos permitir que se pongan a rayar a diestra y siniestra porque se provoca una guerra de grafitis y eso no es lo que queremos (...). Yo no creo que sea una solución para el problema que tenemos en la ciudad para terminar con los rayados”, indicó la semana pasada Jacob.
Desde el concejo municipal tampoco ven con buenos ojos la situación. El integrante del cuerpo colegiado Carlos Thenoux afirma que “de aceptar o avalar que se realice este tipo de intervenciones en la zonas protegidas, estaríamos yendo en contra de uno de nuestros principales desafíos como municipio que es resguardar la Zona Típica de La Serena (...). Queremos una comuna que esté al nivel de las grandes ciudades de nuestro país y esto no contribuiría en nada”, señaló.
Aseguró que aunque no depende totalmente del municipio, no es partidario de otorgar permisos, puesto que “si se autoriza a un grupo determinado, después van a aparecer otros y van a decir que por qué a unos sí y a otros no, y se generaría la bola de nieve”, expresó.
Mauricio Ibacache tiene una opinión similar. “No es la solución para terminar con los rayados, para eso se requiere un esfuerzo de la municipalidad, entre otras cosas”, precisó. “Hay grafitis que pueden ser bonitos, es cierto, pero La Serena es una zona patrimonial y no deberían permitirse por ningún motivo en el centro, porque le quitan esa estampa señorial a la ciudad”, manifestó el concejal.
Pero las cosas cambian si se hacen fuera de la Zona Típica. Resulta que en las poblaciones como La Antena o Las Compañías, las paredes también sufren los embates de quienes a diestra y siniestra rayan las paredes sin propósito alguno. Frente a tal situación, el alcalde se muestra algo más favorable. “Ahí, si hay un consentimiento de los dueños de la casa o de los dueños de los muros de las casas donde pintan no hay ningún problema, sobre todo si es algo artístico y es más que un simple rayado”, expresó.
El concejal Ibacahe coincide con el edil y apunta a que, además de un paliativo para los rayados o tags, el desarrollo de la técnica del grafiti a un nivel más avanzado contribuye a alejar a los jóvenes de otro tipo de actividades. “Si están preocupados desarrollando este tipo de acción de manera autorizada y sin hacer daño, me parece muy bien, si esto va a motivar a los jóvenes en la poblaciones. Habría que apoyarlo, pero resguardando muy bien en qué lugar se realizan”, sostiene.
CON EL ARTE EN LAS MANOS
Daniel Esquivel, joven estudiante de diseño de la Universidad Santo Tomás, lleva años dedicado a pintar murales. Fue él quien a principios del 2012 pintó “el mural de la discordia” en la Zona Típica.
Esquivel asegura no haber cometido ninguna falta, ya que, según señala, “se trató de una campaña organizada por las mismas autoridades municipales de la época para mantener la ciudad limpia y hasta donde yo tengo entendido se contaba con todos los permisos”, expresa.
Pero más allá de permisos hay un discurso detrás. “Lo interesante es que se genera debate, para cualquier campaña de información lo importante es que se genere ruido y en este caso se puso en la palestra la problemática de la ciudad y de cómo algunos rayados ensucian”, manifiesta.
Agrega que al momento de efectuar el pintado del muro de calle Matta, su intención siempre fue mostrar un mensaje. “Si uno va por la calle es obvio que a la gente debe molestarle todos esos rayados que hay, pero cuando se encuentran con el que pintamos nosotros pueden leer algo y reflexionar al respecto, es una cosa distinta”.
VECINOS PRESTAN SUS MUROS
Ante la problemática de los rayados o tags, no pocos habitantes de sectores, como, por ejemplo, Las Compañías, han optado por ceder sus muros a grafiteros que buscan algo más que poner sus nombres en la pared. Tanto casas particulares como algunos locales comerciales lucen al costado de sus muros, bellos murales que, según afirman, han servido para “hermosear el entorno”. Es el caso de los dueños del negocio ubicado en la esquina de Vicente Zorrilla con La Estrella. Allí, la señora María (como dice que la llamemos) es quien nos cuenta qué la llevó a dejar que su muro se convirtiera en un sólido lienzo para los artistas callejeros. “Estaba sucio y no tenía plata para la pintura”, indica de entrada.
Agrega que “entre tener todas esas rayas que afean la pared y permitir que viniera un grupo de muchachos a pintar es obvio que preferí lo segundo y luego de eso no se ha visto que han rayado encima, como que hay un respeto, incluso cuando ven que hay trabajo en una pintura hecha en una pared”, señala.
Avanzando por el sector encontramos a tres niños jugando a la pelota y el improvisado arco es un enorme muro de la sede de una junta de vecinos el cual está laboriosamente pintado. Son los mismos niños quienes lo valoran. “Nosotros vimos cuando lo pintaron y se nota harto la diferencia de lo que había antes que era muy feo (...). A mí me gustaría aprender a pintar así también”, comenta Alex, mientras mira el enorme dibujo a su costado.
El vecino Sergio Cárcamo también está de acuerdo en que se autoricen cada vez más estas acciones de arte. “Sin duda ayudan al tema de que los que rayaban las paredes al ver esto como que dejan de hacerlo, por eso me gusta que se autorice donde hay muros grandes en los que igual van a ir a rayarlos, es preferible que los pinten de una manera más estética y sobre todo con un mensaje”, asegura un convencido vecino.
UNA DISCUSIÓN QUE SE VIENE.
Al interior del municipio ya hay iniciativas tendientes a ceder espacios para realizar murales. Es un hecho que no todos estarán de acuerdo y los distintos actores tendrán que evaluar los pros y los contras de permitir desarrollar la técnica del grafiti. Por lo pronto, cada vez más en los sectores ubicados fuera de la zona típica, vecinos ven en los murales una opción para embellecer la ciudad.
TERMINOLOGÍA
••• Según el diseñador gráfico y grafitero Daniel Esquivel, “grafiti significa rayar en la pared”, por lo que en rigor, el término podría adecuarse incluso a los tags. Sin embargo, con el auge de la cultura hip-hop, se han ido conociendo diferentes tipos de grafitis. “Está el tag, que es simplemente la firma de la persona, lo que se conoce como grafiti, que son las letras más abombadas utilizando distintos tipos de colores, y el de tipo mural que son producciones en las que generalmente interviene más de un pintor o grafitero”, explica Esquivel.
Muros como los del Parque Espejo de Agua son reclamados por quienes quieren ocupar espacios para desarrollar el arte del grafiti, sobre todo porque se encuentran plagados de tags.