• A sus 63 años, Carmen Callegari dejará su cargo como gerente general de la automotora de la familia, para emprender en nuevos negocios.
  • Fueron 31 los años los que la empresaria dirigió el negocio familiar de venta de vehículos, que hoy es uno de los conglomerados más grandes en la región de Atacama y Coquimbo.
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Andrea Cantillanes
Carmen es, hasta ahora, la cara visible de la empresa automotriz que fundó su padre, el inmigrante italiano Atilio Callegari. Un legado económico que no sólo ha generado dividendos para la familia, sino que también para la región entera. Hoy, la empresaria revela nuevos planes en su dimensión como mujer de negocios: en enero deja su cargo como gerente general de la empresa—puesto que ejerció por 31 años—, para emprender vuelo desde el ala inmobiliaria de los Callegari, entre otros.

Más de 5000 metros cuadrados de oficinas amplias e impecables reciben a los clientes que, temprano por la mañana, ya comienzan a llegar a las dependencias de la automotriz Callegari, en Avenida El Santo, en La Serena. Se trata de una de las oficinas principales de la empresa familiar ligada a los inmigrantes italianos del mismo nombre, un espacio que evoca, sin duda, seguridad.

Y esta última es una impresión que, según asegura Carmen Callegari (63 años), actual gerente general de la firma, han cultivado de manera consciente y con dedicación en más de 50 años de tradición empresarial.

Carmen llega puntual a la cita, llevando con ella un cariz femenino y tranquilo, un sello que de seguro, ha adquirido en sus 31 años como mujer empresaria al mando del buque automotor.

Se sienta, se disculpa por el minuto de atraso. Comenta que ha tenido una mañana de locos por problemas típicos del negocio, pero si se tratara de descifrar esos contratiempos en su forma o en su ánimo, Carmen definitivamente, gana: su manejo de la situación, que a otro podría estresar, es innegable y natural.

LAS HIJAS DE ATILIO EMPRENDEN VUELO

Antes de empezar a conversar, Carmen revela, sin tapujos, su nuevo plan de vida: el 1 de enero próximo deja la gerencia general de automotriz Callegari para emprender vuelo en nuevos negocios, e inyectarle energía a otros que ya están en marcha. Por eso también es que han estado a toda máquina trabajando, para poder hacer la sucesión de la empresa al nuevo timonel (el ingeniero Pablo Araya), de la manera más natural posible.

“Hace dos años empezamos el proceso de mi sucesión. Ha sido un camino largo y hecho con cariño, donde hemos preparado a la compañía para eso”, revela.

En 2015 contrataron a una firma externa para hacer un levantamiento de información. Querían ver si reclutaban a alguien interno, o bien, iniciaban un proceso externo. “Decidimos buscar fuera de la estructura de la automotora y junto con un head hunter, dimos con una serie de candidatos y definimos a un nuevo gerente general y de finanzas. Ellos entraron en marzo de este año y todo este tiempo hemos ido traspasando información y procesos, preparando a nuestros empleados y clientes para el cambio, justamente para que los valores y nuestra esencia como empresa, continúe”, explica.

Así, a partir de enero las tres hermanas que hasta ahora habían estado ligadas a Callegari (como gerente general, gerente de finanzas y asistente de esa área respectivamente), darán un paso al lado, para continuar con otros proyectos.

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA… Y OFICINA NUEVA

Si bien las Callegari se desligan de sus cargos de administración directa de la automotora, no lo harán así de la empresa familiar. Desde el 1 de enero pasarán a ser parte del directorio que tienen conformado. Además, para la primera semana del mes está programado el traslado de la oficina actual de El Santo, a una nueva en el mismo sector, pero más hacia el sur.

Desde ahí, las hermanas se dedicarán a administrar el Family Office de los Callegari. Según Carmen, uno de los nuevos planes es desarrollar el negocio de la construcción que mantienen desde Inmobiliaria Italia. “A fin de año, las tres hermanas nos retiramos de la automotriz, y enfocarnos al área inmobiliaria de la empresa familiar”, confirma.

Inmobiliaria Italia en general arrienda y vende terrenos en la zona. También construyeron proyectos habitacionales, pero son los menos. El grueso de la oferta se ha concentrado en construir nuevas oficinas y locales justamente, para automotriz Callegari… hasta ahora. Eso sí, la empresaria dice que por el momento no hay nada fresco en carpeta, por la ralentización de la economía. “Cuando se recupere, veremos nuevas iniciativas”, comenta.

Por otro lado, y tímidamente, Carmen deja entrever la posibilidad de negocios distintos, no relacionados con lo que hasta ahora ha hecho. “Estoy viendo la posibilidad de otras empresas, con personas diferentes, pero no quiero revelar mucho. Nunca me voy a quedar quieta. La verdad es que yo me quise retirar a mis 63 años para mantener el movimiento, para no apernarme en el negocio y dejar que las nuevas generaciones puedan seguir innovando. Yo por mi parte, quiero buscar cosas nuevas, que se van a saber en su momento”, revela.

CALLEGARI Y EL CRECIMIENTO INTERNO

En cuanto a la automotora, la empresaria repasa brevemente que hoy la compañía cuenta con cerca de 20 locales de venta de autos nuevos, usados y camiones en el norte grande y chico, desde Salamanca hasta Copiapó, representando más de 25 marcas.

“La idea es seguir creciendo. Queremos darle valor a lo que hemos construido. No necesariamente elevar ventas, sino que mirar hacia el interior de la firma”, dice, y agrega que lo que se viene ahora es un asentamiento, una maduración interna con un fuerte foco en la calidad y al endomarketing.

LA SUCESIÓN: UN PROCESO QUE VIENE DESDE HACE SEIS AÑOS

La segunda de las hijas de Atilio Callegari y Eligia Panizza, ha cultivado siempre un bajo perfil. Dice que no le gustan “las luces”. “Tengo una vida social poco activa, no me gusta salir mucho, ni menos a eventos públicos. Hago lo justo y necesario”, dice.

Al hablar sobre su vida en el mundo empresarial como mujer, asegura que el camino recorrido no ha sido difícil. “En mi casa nunca vivimos una diferenciación entre hombres y mujeres. Mi papá nos trató siempre igual. Todas hacíamos de todo, no éramos de esas niñitas que no se metían en ciertos temas por ser mujer”, recuerda.

Atilio, su padre, las matriculó a todas al Colegio Inglés, sin importar si tenía o no plata, y después en la universidad, entonces, dice, nunca sintieron una diferencia en el trato, de ningún tipo. “Ya siendo adulta y profesional, acá en la región tampoco, nunca he tenido problemas por ser mujer al mando de un negocio”, sostiene.

Sí recuerda que le costó entre sus colegas en Santiago. “Ahí sí fue un tanto difícil hacerme mi espacio, más allá de ser la “cara bonita”. Pero hoy, me siento totalmente consolidada como mujer empresaria”, afirma.

Con todo, el legado de su padre se nota hasta el día de hoy. El carácter de las Callegari no deja a nadie indiferente, quienes se hicieron camino en un mundo generalmente masculino, con firmeza y delicadeza. Tal como su padre las educó.

En cuanto a la sucesión, Carmen reconoce que la empresa ya ha tenido varios procesos de este tipo, los cuales empezaron en 1986, año en que tomó la gerencia general de manos de Atilio Callegari.

 “La segunda se dio hace seis años, cuando muere mi padre. Y al año siguiente hicimos el protocolo familiar, donde establecimos reglas claras para los descendientes: quiénes pueden trabajar en Callegari y quiénes no”, aclara.

La empresaria reconoce que han pasado hijos y sobrinos por la compañía, pero todos en general optaron por emprendimientos y proyectos propios. Algunos se dedican a la agricultura, otros a sus profesiones, etc. “Quizá más adelante, comiencen a volcarse al negocio familiar”, culmina.62-01R

LOS INICIOS DE LOS CALLEGARI

Carmen Callegari nació en 1954 en La Serena. Sus padres, Atilio Callegari y Eligia Panizza, habían llegado dos años antes desde Italia, ya casados, con 18 y 25 años respectivamente.

La familia inmigrante se radicó en el sector de La Antena, en la parte alta de La Serena, donde su padre se inició como pintor de casas.

“De a poco, mis padres fueron asentándose en la zona, compraron un terreno, instalaron un almacén (Trento), y años después, alrededor de 1956, mi padre empezó a vender camiones”, recuerda Carmen.

En ese entonces se habían trasladado a vivir al centro, específicamente a Balmaceda 1875 (donde hoy está la Nissan), y Atilio se había traído a dos tíos desde Italia para que lo ayudaran con los crecientes negocios. En 1969, se convirtió oficialmente en concesionario automotriz.

Años después, Carmen estudia Dibujo Técnico en la Universidad de Chile, y vuelve a ejercer su profesión a la Compañía de Aceros del Pacífico.

“Yo empecé a trabajar formalmente en 1977 con Callegari. Antes sólo colaboraba informalmente, mientras trabajaba en la CAP, hasta que mi padre me pidió que me metiera de lleno en el negocio, para apoyar la entrada de una nueva marca que habíamos traído: Subaru”, recuerda.

Entró en ese entonces como ayudante de su madre, quien llevaba las finanzas de la empresa. Después pasó por el área de postventa y de cobranzas. “En fin, hice una pasantía de 10 años, ya que recién en 1986 tomé la gerencia general. Han sido casi 40 años de trabajo en la empresa familiar”, reconoce la empresaria.

 

“En Santiago fue un tanto difícil hacerme mi espacio, más allá de ser la “cara bonita”. Pero hoy, me siento totalmente consolidada como mujer empresaria”. Carmen Callegari.

 

31 años cumplió este 2017 Carmen al mando de la empresa que fundó su padre, Atilio Callegari.

 

 

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