Es común que después de un par de semanas de vacaciones los estudiantes "no sepamos qué hacer” con el tiempo libre que nos queda. A muchos nos viene cierta culpa por no estar haciendo algo productivo, y cuando tenemos la iniciativa para finalmente hacerlo, ya queda pocos días para iniciar de nuevo el año académico, quedándonos con la sensación de que no sólo no hicimos nada durante las vacaciones, sino que tampoco descansamos bien siquiera. Decimos “podría haber aprendido esto o aquello…”.
La página Big Think, muy recomendable por cierto, compartió un interesante artículo que puede explicarnos este comportamiento. La consigna de ser uno mismo -to thine own self be true, como expresó Sheakespeare-, sin poner en duda su importantísimo valor en la autodeterminación y el amor propio, sumado al desdén con que suelen mirarse los bienes muy abundantes, en este caso el tiempo, pueden jugarnos una mala pasada.
La idea de conocerse a sí mismo y actuar conforme a aquello -to thine own self be true- ha sido desplazada en la filosofía moderna por la de crearse a sí mismo, de manera que nuestras acciones determinan lo que somos con la misma intensidad en que la persona define su conducta. Esto no es algo nuevo, pero en los últimos años tendencias como el coaching emocional -muchas veces filosofía pura- lo han hecho más patente.
Así, a través de declaraciones como “no me nace, no soy así, no es lo mío” to thine own self be true se convierte en una excusa para evitar salir de nuestra zona de confort, condición necesaria para que atendamos debidamente nuestras inquietudes y motivaciones personales. Esto se da en todo orden de cosas, desde ordenar los apuntes del año pasado hasta decidir hablarle a esa chica bonita. No. A lo largo de la historia ha sido la iniciativa lo que ha permitido el progreso, también, en todas las esferas.
Por lo cual, no nos engañemos. A quienes les cueste relajarse, busquen una tarea saludable con la que puedan sentirse activos y merecedores del descanso. Los resultados pueden llegar muy lejos, como decía Da Vinci, así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, una vida bien usada causará una dulce muerte.
Lincoln Torres
Estudiante de medicina de la Universidad Católica del Norte.