Cuando intentamos hablar del bien común, intentamos hablar de un nivel de vida que nos permita como sociedad en su conjunto desenvolvernos con mayor equidad en el hábitat residencial de nuestros territorios complejos y diversos, y así de esta manera alcanzar estándares con condiciones óptimas de calidad de vida.

Accidentes ocurren todos los días, es inevitable, pero la tragedia que cobro las vidas de María Loreto y Anyela, trabajadoras SERVIU Coquimbo que iban en colaboración del catastro en Atacama, evidencia una vez más que un conjunto de precariedades laborales con la que contamos cientos de miles de trabajadores del Estado, que día a día nos exponemos a situaciones como las que ellas no pudieron evitar.

Giramos en torno a un mal llamado concepto de función pública, de trabajo público y de vocación pública, giramos en torno a una indefinición del rol público, ¿qué es lo público?

Nos hemos olvidado de lo común, nos hemos olvidado del sentido común, de comunidad, de compañerismo, el sistema es frio y debemos humanizarlo, no pueden pasar mas accidentes por el mero hecho de serlo, del destino.

Hoy más que nunca urge una revisión de los procedimientos y los protocolos al interior de los servicios y el rol de la función publica.

Hoy más que nunca debemos reafirmar el compromiso de un trabajo constante, serio, comprometido y responsable, pero así también no podemos restarnos, no podemos seguir estáticos y debemos hacernos cargo de las indefiniciones que como Estado  tenemos, las desigualdades transversales que cargamos y que hoy la ciudadanía no tan solo nos demanda,  sino que nos exige.

Los indicadores y las cifras de cientos de miles de millones de pesos y de miles de subsidios no bastan si nos hemos olvidado de esta gran comunidad de trabajadores que construimos juntos, que nos entregamos a diario y que no contamos con las garantías ni la seguridad para entregar a nuestras familias y a nuestros compañeros.

No podemos seguir dependiendo de la buena voluntad, del compromiso de los trabajadores, de la vocación, hay un deber ser y ese deber ser también le corresponde al Estado, por nuestra parte cada funcionario con real vocación de servicio hacemos Estado a diario, el Estado no es algo que está más allá de la frontera, es algo que construimos con nuestras prácticas y el compromiso debe ser mutuo.

Como actores del Estado debemos ser garantes del bien común, pero del bien común para todas y todos.

Cristián Carriel Castillo / Abril 13, 2015.

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