En Santiago el smog es  visto como un problema permanente en la ciudad. Todos están conscientes de este y actúan como si ya  fuera lo más normal del mundo. Y la mejor solución que han implementado es la restricción vehicular, recomendar a los ciudadanos no hacer ejercicios los días críticos y esperar la lluvia.

Estas soluciones no son más que un parche a un problema que va creciendo cada vez más, y es solo cuestión de tiempo para qué se nos vaya de las manos. Es un hecho que el smog es dañino. La constante exposición a este puede provocar varias enfermedades respiratorias. Y el hecho de que Santiago esté en una gran desventaja por su ubicación geográfica hace más evidente la necesidad de nuevas medidas.  El lunes 22 de junio fue la primera emergencia ambiental de este año y según el informe emitido por la estación de medición de calidad del aire en Pudahuel, los niveles de contaminación por material particulado fino fue el más crítico desde 1999. En esas fechas todos en Santiago lo único que podíamos hacer era esperar a la lluvia. Ahora se planea agregar automóviles catalíticos con sello verde a la restricción vehicular. La cantidad de prohibiciones han aumentado, pero el transantiago se queda impune ante estas medidas, y si se agregaran a la restricción se generarían inconvenientes a la hora de moverse por la ciudad, y la bicicleta no es una buena alternativa tomando en cuenta la cantidad de smog que estaría en el aire. Una mejor opción a restringir es reemplazar, por ejemplo, una alternativa es el motor a gas, que es un combustible limpio y genera menos contaminación. Por otro lado, los automóviles no son los únicos culpables del estado del ambiente. El 70% de las emisiones de PM 2,5 provienen de las estufas a leña. Según Marcelo Mena, investigador y director del Centro de Sustentabilidad UNAB, la contaminación de las estufas ecológicas que cumplen la norma 2012 equivale a la de 375 autos. Cabe además mencionar que todas estas restricciones están presentes solamente a partir de la alerta ambiental, es decir, los días en que no hay mayor peligro, todos estos pueden funcionar sin limitaciones, y siguen contaminando.

Ya no podemos depender de las lluvias ni de las restricciones. Debemos reemplazarlos, buscar alternativas menos dañinas al ambiente.  Si no controlamos este problema , crearemos ciudades donde respirar pueda ser tan perjudicial como fumar, o más.

 

Cristóbal Andrés Miño Molina
Estudiante Alberto Pérez de Maipú

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