Señor Director:
De acuerdo a la nueva ficción jurídica de cuya existencia nos hemos enterado – 43 años después – por la prensa, a partir de este momento se abre una nueva oportunidad para amenazar la libertad y la inocencia de miles de Oficiales y Suboficiales de las Fuerzas Armadas (y también civiles). Aquellos que siendo subtenientes, tenientes o cabos estuvieron presentes en unidades militares donde se investiga o se investigó la ocurrencia de trágicos y reprochables delitos contra los Derechos Humanos. Sólo por haber estado: son cómplices.
Con respecto a las tareas y obligaciones de un Ayudante, cargo que ocupaba mi General Cheyre el año 1973, permítame comentarle que un ayudante no tiene mando alguno sobre nadie, no tiene ningún poder de resolución, sólo cumplir estrictamente lo que se le ordena, no participa ni tiene derecho de opinión en las decisiones de sus superiores y no participa en las reuniones de trabajo de su jefe. En lo general, ser Ayudante, significa “ESTAR” y en eso no se equivoca el Ministro Carroza. En general. esas fueron mis responsabilidades como ayudante en la Comandancia en Jefe del Ejército, siendo Teniente Coronel, con 46 años de edad y Oficial de Estado Mayor.
Explicado lo anterior y por lo mismo, me resulta imposible imaginar - 43 años atrás - al Teniente Cheyre, ayudante de un Comandante de Regimiento, en pleno Gobierno Militar y con 25 años recién cumplidos, con mayores responsabilidades y autoridad que las ya mencionadas. Es tan simple como revisar la descripción del cargo.
Christian Slater Escanilla.
Coronel (R).