Estamos terminando un año en que enfrentamos una de las crisis globales de mayor dimensión en la historia, desnudando nuestras debilidades y agravando las desigualdades sociales y económicas entre nuestros jóvenes.
Por esta razón, y responsablemente en nuestra universidad, generamos un programa con fondos propios entregados voluntariamente por profesores, colaboradores y directivos de sus remuneraciones, para ir en ayuda de los estudiantes que lo requerían, otorgando computadores y Bandas Anchas Móviles a sus hogares para que continuaran sus clases.
Con esta necesidad urgente, las universidades debieron adaptar sus procesos a una educación no presencial o a distancia que involucra diferentes estrategias, junto a un compromiso solidario, humano e inclusivo para afrontar esta pandemia.
Una gran lección aprendida este año fue la necesidad de enfocar la educación superior de un modo innovador, para complementar con más fuerza el educar y su relación con el aprender, situando al estudiante en el centro del trabajo educativo. De esta forma, los líderes de las instituciones educativas tenemos el desafío de repensar los métodos, las formas, los sistemas de enseñanza y aprendizaje.
Las condiciones de confinamiento forzoso, distanciamiento social y paralización de actividades, nos sitúa a la instalación de un sistema híbrido, donde es necesario repensar los métodos y desarrollar nuevas e innovadoras estrategias para forjar aprendizaje, diferentes a las técnicas aplicadas en una docencia totalmente presencial.
Este nuevo sistema de aprendizaje debe responder a las expectativas de los estudiantes y de la sociedad que lo requiera, con dedicación, compromiso y buena voluntad, para comenzar el 2021 con un nuevo paradigma educativo.
Rafael Rosell Aiquel
Rector Universidad Pedro de Valdivia