Estimado Director, junto con saludar y tambien agradecer, la posibilidad de expresion, que nos brinda en sus columnas, quisiera contarles el grave problema que nos aqueja desde ya hace varios meses y al cual aun no se ve una solución.
Hace ya varios meses atrás se instalaron en la calle Amunategui con el santo unas personas que limpian los parabrisas son normalmente 3 hombres más una mujer, además andan con un perro agresivo.
Estas personas están en ese punto todo el día y entre sus actividades están: insultar a los conductores y peatones día y noche, no importa sean mujeres, niños o turista nacionales y extranjeros, familias con niños pequeños, les da igual. Además se orinan enfrente de las casas de los vecinos y uno de ellos no para de hacerle gestos obscenos a la gente. Estos tipos no respetan ni a los menores.
Señor Director, esta gente nos tiene a todos los vecinos realmente aburridos, además que le dan un pésimo ambiente a un sector que por años ha sido tranquilo. Aquí, varias personas hemos llamado a carabineros, pero ellos vuelven una y otra vez al mismo punto, haciendo caso omiso. Lo peor es que la calle donde están instalados es una de las vías turísticas más concurridas de La Serena.
Si ellos tienen la libertad de tomarse ese espacio para insultar y agredir a la gente con sus groserías todo el día y nadie les pone atajo, entonces se está dando la opción de que esta gente enferma de la cabeza, por decir lo menos, se pueda instalar por ejemplo, fuera de su casa, o en calle Cordovez, o tal vez en la Avenida del Mar o enfrente de los edificios públicos. No sé, ellos están ahí y ¿nadie los puede sacar? Así de simple.
No es que la gente no se ponga a limpiar autos en la calle, total, el trabajo dignifica, pero si esas personas van a estar todo el día insultando y gritando al que pasa, y llenando la calle de suciedad y obsenidades eso es otra cosa.
Señor Director, va a sonar extraño lo que voy decir, pero ellos son realmente en esa esquina UNA VERDADERA AUTORIDAD. Al menos eso es lo que todos tristemente percibimos.
Andrés Olivares