La mayor vulnerabilidad que tienen las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad, es la moral de sus integrantes. Al respecto, lo peor que puede hacer el gobierno, es no reconocerles o minimizar su participación en las emergencias que actualmente enfrenta Chile. Recordemos que, una vez más, serán las responsables de establecer el orden, llevar la tranquilidad y la mano amiga a sus compatriotas, sin importar su color político o su nivel social. Aunque en ello se les vaya la propia vida.
Más repudiable aún, sería que algún astuto de gobierno, mal aconsejado por su asesor comunicacional, pretenda sacar provecho del éxito en su actuar y se ponga, forzadamente, a la cabeza de un grupo de uniformados que tienen un código de honor, servicio y ethos profesional diferente, único e irrepetible. Eso sería condenable y no entender que primero hay que ganarse el reconocimiento en las mentes y corazones de los soldados. Para ello, están los Comandantes en Jefes Institucionales, no los políticos.
Los Jefes Institucionales y los Comandantes Militares de diferentes grados, son los únicos capaces de exigir los mayores sacrificios a sus subordinados, avanzando a la cabeza de sus unidades y dando el ejemplo, especialmente, en tiempo de guerra, crisis o catástrofe. Las guerras se ganan en el terreno, codo a codo. No hay otra fórmula. En este caso de catástrofe, junto a los voluntarios, a los brigadistas, guarda parques, agricultores y a los bomberos. No nos olvidemos que los mejores planes son aquellos que se escribieron después del éxito.
Christian Slater Escanilla.
Coronel (R).
Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.