Señor Director:

Sabido es que las municipalidades en Chile poseen la facultad para regular, por medio de  ordenanzas, los ruidos molestos producidos en la respectiva comuna. Estas normas pueden incorporar los ruidos que se produzcan en casas, comercio, actividades públicas y privadas. Se busca, de esta forma, proteger a sus habitantes de la contaminación acústica. Ahora bien , por  tratarse de una normativa particular, esta es diferente y depende de cada  municipalidad.

He buscado en la página del municipio de Coquimbo y no he encontrado ninguna ordenanza que se refiera al tema planteado. La falta de regulación sobre este problema, unido a la falta de educación acerca de los efectos nocivos que el excesivo ruido produce en las personas,  provoca que en la actualidad debamos soportar fuentes de ruidos, no fijas, insoportables.

Puedo nombrar algunas fuentes de ruido habituales que en el sector Sindempart ocurren: los conductores de camiones repartidores de gas licuado creen haber adquirido el derecho perpetuo de hacer sonar una campana mientras transitan por los distintas pasajes; vendedores que, movilizados en bicicletas o vehículos particulares, utilizan sistemas de altavoces para ofrecer desde huevos hasta atenciones veterinarias; organizadores de espectáculos –circos, fútbol, conciertos y otros- que se han dado lujo de contratar hasta avionetas para promocionar las funciones, además de tener vehículos que, diariamente, recorren las calles del sector anunciándolos; comercio establecido que, usando una estrategia, bastante sui géneris, piensan que pueden atraer público instalando parlantes fuera de sus instalaciones con música a un volumen inaguantable.

Y si a esto agregamos a quienes infringen la ley utilizando motos con escape libre o vehículos tuneados para “sonar” más fuerte que los demás, a los que poseen mascotas y las dejan solas en sus casas - ladrando o aullando- durante todo el día, o el sinfín de fuentes de ruidos desagradables propios de una cuidad en constante crecimiento, entonces es hora de decir basta.

Es hora ya que el edil de Coquimbo, y su Concejo Municipal, elaboren o hagan aplicación efectiva de una ordenanza –si es que existe- que limite y sancione severamente a todos aquellos que actúan como se ha señalado.  

No es posible que una comunidad tan pequeña como esta, que se precia de recibir miles de turistas por ser una zona “tranquila”, tenga que soportar la indolencia y mala educación de unos pocos que, sin ningún miramiento, nos exponen a ruidos insoportables día a día.

Galvarino Rodriguez L.

Analista de Sistemas - Coquimbo

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