Señor Director,
Estamos en tiempos en los que se habla de reformas que aplicará el presente gobierno de Michelle Bachelet. Se propuso una reforma educacional que otorgaba a la enseñanza media y básica una eliminación del copago, disminución de la segregación y un aumento en la calidad. Al parecer, según el gobierno, estos tres puntos se solucionarían mediante una reforma tributaria que nos haría de disponer más dinero para la educación.
Esta reforma daría solución al menos al primer punto, pero deja a los dos restantes en manos de un sistema que los somete a una prueba estandarizada llamada SIMCE, que determina lo bien o lo mal que enseña un colegio, dejando de lado la orientación vocacional que la libertad de enseñanza permite.
Este instrumento de medición de calidad genera un profundo error en el sistema, ya que los alumnos de diferentes niveles se ven sometidos, muchas veces, a una preparación exhaustiva para la prueba que determina el monto que el establecimiento recibirá a final de mes.
Esto se soluciona mediante un examen que no solo mida conocimiento, sino también actitudes de acuerdo a la orientación académica de la cual forma parte. El gobierno actual ¿estará dispuesto a arriesgarse con una propuesta como esta que rompe con los esquemas establecidos?, ¿Alcanzará Michelle Bachelet a implementar todas las reformas que prometió? ¿O, al menos las necesarias en materia de educación?