El día 28 de junio el señor Erick de la Barra publicó en este medio una columna titulada “La ULS tiene la palabra”, que puede leerse de manera íntegra acá. En el texto, el señor de la Barra hace referencia a un fallo reciente de los tribunales en contra de la Universidad de La Serena por el despido masivo y discriminatorio de docentes. A propósito de esta columna, nos vemos en la necesidad de declarar lo siguiente:
Consideramos que el señor de la Barra trivializa una situación humanamente muy delicada y confunde gravemente a la opinión pública al señalar que “esta coyuntura representa una gran oportunidad para la Universidad, la que a través de las vacantes generadas por estos docentes, podrá incorporar a las nuevas generaciones de doctores formados en prestigiosas universidades nacionales e internacionales a través de llamados a concurso o aperturas de convocatorias para proveer cargos de planta y/o a contrata para media jornada o jornada completa” (SIC).
La opinión del señor de la Barra omite que existe un fallo de los tribunales laborales de La Serena que, aunque se trate de primera instancia, condena a la institución por despido discriminatorio (edad). Ninguna universidad que se precie de tal puede considerar que la vulneración de un derecho fundamental de sus docentes, muchos de los cuales la fundaron y han dedicado su vida a ella, sea una “gran oportunidad” de desarrollo.
También se omite que un grupo importante de esos colegas discriminados son académicos de prestigio nacional e internacional, cuyo reemplazo será muy difícil. Tampoco se especifica en la columna del señor de la Barra que la causa aludida es solo una entre varias otras tutelas laborales que tienen exdocentes en contra de la Universidad y su administración.
Lo señalado por el señor de la Barra también oculta el hecho de que hasta la fecha las autoridades de la Universidad no han podido o no han querido formular una política transparente de renovación de las plantas académicas. En el año 2010, con la primera ley de retiro voluntario, se generaron cerca de 40 vacantes en la planta que nunca se llamaron a concurso público. En su reemplazo se han creado empleos precarios que no se condicen con los altos niveles de formación de los nuevos profesionales ni con las necesidades de la institución ¿Por qué no se llamó a concurso para esos cargos oportunamente?, ¿tenía la institución que despedir a docentes para ello?, ¿qué relación tiene este lamentable hecho con las sucesivas reelecciones de las actuales autoridades?
Los firmantes de esta carta representamos a un grupo significativo de profesores de la ULS, quienes consideramos que, en ninguna circunstancia, el despido discriminatorio de docentes deba ser considerado una “oportunidad”. Ver en esta situación lamentable una posibilidad de renovación del cuerpo docente no es política universitaria, es “oportunismo” y es una vergüenza para nuestra institución.