Estimado Sr. Director:
No he podido quedar indiferente ante la noticia publicada en Diario El Día el pasado Domingo titulada “Cámara hiperbárica para la región está ad portas de concretarse”.Lo anterior, en virtud de que ello no sería realidad si no fuera por el creativo, denodado y persistente esfuerzo de la UCN, en 1977, encabezada por el Dr. Alfredo Cea Egaña, que permitió la operación de una cámara hiperbárica para tratar accidentes de descompresión.Lo que hoy es una gran noticia se funda en la experiencia de aquellos años en los que gracias a la generosidad de Agustín Argaluza, entonces Gerente de CAP, quien autorizó el uso de una vieja caldera oxidada de la CAP para ser transformada por Alfredo en la primera cámara hiperbárica del norte de Chile, permitió salvar la vida de muchos hombres de mar. A lo anterior se sumó la iniciativa de la Fundación ASOPECO, ligada a la UCN, presidida por el mismo Alfredo, y en la que tuve el privilegio de ser uno de sus directores, de adquirir adicionalmente en U.S.A. con fondos de la Fundación Raskob gestionados por el entonces Arzobispo de la Serena Monseñor Francisco Fresno Larraín, una cámara adicional para los mismos fines.Estas cámaras, después de 7 años de operación, fueron donadas por el Arzobispado de La Serena hacia 1984, al Hospital de Coquimbo, dada la complejidad de su operación que hacía necesaria una administración por parte del sistema de salud pública. Lamentablemente, al poco tiempo las cámaras dejaron de operar por la incapacidad del sistema público para sostener estas prestaciones médicas de alta complejidad.Por ello alegrémonos de la buena noticia que El Día nos ha compartido, de que la UCN esté involucrada en el reinicio de esta iniciativa, ya que fue la gestora de ella en 1977, y reconozcamos la labor realizada por quienes fueron los iniciadores de la medicina hiperbárica en la región, sin la cual hoy no tendríamos está feliz noticia.
Luis Moncayo Martínez