Ninguna Universidad, por muy prestigiosa que sea, está exenta de sufrir remezones cada cierto tiempo. Me refiero a las recientes noticias que aquejan a la ULS. Así como yo, somos muchos los ex-alumnos ULS que trabajamos a lo largo de todo Chile y llevamos el sello de nuestra casa de estudios. Debido al cariño que tenemos por nuestra Alma Mater, la noticia no nos puede dejar indiferentes. Por un lado, está la sensación de sorpresa al enterarnos de que son motivos laborales los que están haciendo noticia, dejando en evidencia la idea de que las personas son reemplazables y que ha permeado la lógica de la producción en serie. Por otro lado, tristeza, ya que todo esto converge en un clima de inestabilidad que afecta de forma directa o indirecta a toda la comunidad. Quiero mostrar mi rechazo a cualquier acción que repercuta en una situación de precariedad laboral. Las personas que trabajan en cumplir la misión que la Universidad les encomienda, deben contar con condiciones laborales de estabilidad, para que no se vea afectada la calidad que la Universidad necesita. Las Universidades, en su rol de formación de profesionales y generación de conocimiento, están llamadas a dar el ejemplo ante la comunidad.