El segundo Gobierno de Piñera acaba de cumplir su primer año de mandato, distante de las expectativas que suscitó en campaña que conllevó a su alta votación en las urnas. Carente de autocrítica, ajeno al sentir ciudadano y con una tendencia corrosiva a destruir avances en derechos sociales alcanzados después de muchos años de movilización social y discusión política.

La seguridad y el empleo, sus grandes bastiones para llegar al poder muy por el contrario de lo prometido se acrecientan y al parecer, el Gobierno sólo tiene el foco puesto en Venezuela y compararse con la administración Bachelet. De tal manera, el primer año de este Gobierno de Chile Vamos tiene poco y nada que celebrar. Un año sin relato político, sin las reformas anunciadas en campaña y con altos índices de delincuencia y cesantía. Anunciando proyectos efectistas que garantizan alzas en las encuestas pero sin fondo ni sentido, atropellando la racionalidad, el consejo de expertos. Basándose sólo en la efímera opinión que le daría réditos y popularidad. Ejemplos, aula segura, calle segura, admisión justa, etc. Todo más ligado al slogan publicitario que políticas serias.

Sin embargo, pese a encontrarnos con una coalición errática en la gobernabilidad, preocupada más de las encuestas que generar un clima de diálogo republicano, la oposición por su parte sigue sin aparecer. El fantasma de la derrota persiste y el acuerdo administrativo entre la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio conduce en un camino sin ruta y a plena oscuridad argumentativa.

Se apagaron las ideas, pareciese que los cambios que promueve el Gobierno son sólo nominativos y la oposición sigue escondida, esperando ponerse de acuerdo en algo para de una vez por todas hacerse cargo de su rol, necesario en toda democracia, porque no existe una democracia plena carente de una oposición que sea el contrapeso discursivo al sector gobernante.

Un año de Gobierno en vimos una retroexcavadora 2.0, empeñada “corregir” los pecados de la administración precedente y que seguramente, como ya se anunció, este año utilizará todos los medios para imponerse. Ya lo vimos en el verano con una ministra de Educación, Marcela Cubillos en una campaña sin precedentes por todo Chile con su proyecto Admisión Justa y el camino trazado por el Presidente a los otros Secretarios de Estado parece estar en ese línea. Creo que no hay más caminos que ponerse de acuerdo, aprender a ser oposición y desde ese lugar construir una alternativa que esté a la altura de los tiempos, ya que estos, distan mucho de ser tiempos mejores.

El autor de esta columna es Raúl Saldívar Auger, diputado por la región de Coquimbo.

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