“Si las nubes están llenas, derraman lluvia sobre la tierra; y caiga el árbol al sur o al norte, donde cae el árbol allí se queda” (Ecles​. 11:3​, LBLA​).

A menudo el hombre se enorgullece de su capacidad para ​controlar su vida y alcanzar sus metas. Sin duda alguna, es bueno trabajar para ​auto superarnos, esforzándonos por cambiar nuestra vida terrenal para mejor. Sin embargo, también tenemos que entender que hay muchas cosas en la vida que simplemente ​están ​fuera de nuestro control.

No podemos hacer que ​llueva, ni podemos evitarlo. Cuando las ​nubes están cargadas de agua, simplemente lloverá, ​a pesar de nuestras preocupaciones y ansiedad. Así también, cuando un árbol cae, la dirección en la que cayó no podrá ser modificada por nuestra molestia o frustración. Si ​el árbol cae de ​cierta manera, nuestra reacción afanosa no hará que cambie de ​posición a una diferente. E​stas cosas que están fuera de nuestro control. Y simplemente deben ser ​asumidas y aceptadas​. No tiene sentido ​pretender controlarlas, a pesar de que nos gustaría cambiarlas. Simplemente tenemos que hacer frente a estas condiciones, tal como suceden.

Entonces, ​¿​c​ómo podemos hacer frente a circunstancias que están fuera de nuestro control? El sabio ​nos instruye: “El que observa el viento no siembra, y el que mira las nubes no siega” (Ecles​.​ 11:4​, LBLA​).

No podemos ​sentarnos a ​esperar ​las circunstancias ideales y/o eliminar los riesgos ​y dificultades que se avecinan. ​La s​emilla necesita ser sembrad​a ​para que más tarde ​ocurra una cosecha. Si esto no se hace, no habrá comida. Incluso si el viento no sopla como ​deseamos y exista poca probabilidad de lluvia, el trabajo debe ser hecho. Tenemos que ​estar ocupados​,​ trabajando con esmero en lugar de perder el tiempo afanándonos ansiosos por el futuro incierto​, ​o paralizado​s​ por la incertidumbre de la vida.

Por supuesto, además de ser responsables en las cosas terrenales, también debemos serlo con nuestro trabajo espiritual. No debemos permitir que las circunstancias incontrolables ​de la vida nos impidan cumplir el propósito de nuestra existencia. Debemos buscar a Dios (Hech. 17:27).​ Por lo tanto, el sabio nos instruye en esto también: ​“La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta:  teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona” (Ecles​. 12:13​, LBLA​).

En el Sermón del Monte, Jesús hizo el mismo punto, instruyendo a sus discípulos a no permitir ​que ​el afán y la ansiedad les distrajeran del objetivo primordial ​(Mat​.​ 6:25-​32). Ya que del mismo modo ​en ​que la frustración y la ansiedad no pueden cambiar la dirección en la que ​cayó un árbol, ​tampoco ​​pueden controlar todas las circunstancias de nuestra breve vida que “es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Sant​. 4:14). En lugar de​l​ ​afán, ​debemos centrarnos en las cosas importantes que podemos y debemos hacer ahora.​ Cristo dijo:​ “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mat​. 6:33).

No podemos cambiar el lugar donde ​ha caído un árbol. No podemos controlar las encrucijadas del tiempo. Pero podemos afectar el destino eterno de nuestra alma. El escritor ​a los ​hebreo​s​ escribió: “Por tanto, esforcémonos por entrar en ese reposo, no sea que alguno caiga siguiendo el mismo ejemplo de desobediencia” (Heb​. 4:11).

No permita que las cosas incontrolables e intrascendentes de la vida ​lo alejen de buscar primeramente la comunión con Dios, para agradar​le a él y obtener la recompensa ​celestial.

 

Autor

Imagen de Josué I. Hernández

Yo soy simplemente un cristiano, un discípulo de Jesucristo, y miembro del cuerpo del Señor, la iglesia, tal como se describe en el Nuevo Testamento (Mat. 16:18).

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