Todos enfrentamos momentos de dolor, sufrimiento y muerte. La palabra de Dios nos hace reflexionar con franqueza sobre esto. Debemos poner los pies en la tierra y asumir dos grandes verdades que solemos pasar por alto.

 

1. El hombre es mortal:

“está establecido para los hombres que mueran una sola vez” (Heb. 9:27).  No estaremos para siempre en este mundo, ¡debemos dejar de intentarlo! Los seres humanos somos en varios aspectos capaces y fuertes, pero también frágiles.  Nuestros cuerpos son vulnerables a la enfermedad, diversas lesiones, o circunstancias que pueden producirnos la muerte.  Nuestro cuerpo es impotente frente a muchas fuerzas naturales y circunstancias adversas.  

No debemos considerarnos invencibles. La muerte nos tocará a todos (Ecles. 9:2-3). Por lo tanto, digamos junto a Moisés: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12).

 

2. La vida del hombre es incierta:  

Santiago advirtió sobre el colocar demasiada confianza en el mañana (Stgo. 4:13-14).  Las personas tienden a hacer muchos planes acerca de lo que harán, cuándo lo harán y cómo lo harán.  Santiago nos recuerda “no sabéis lo que será mañana”  y luego dice “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.”  

Santiago hace eco de las enseñanzas de Jesús, pues Jesús había dicho “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mat. 6:34). El punto de Cristo es que las cosas que nos pueden ocurrir trascienden nuestra capacidad para controlarlas.  Esto es exactamente lo que ocurre a nuestro alrededor todos los días.  

La mayoría de las personas que ha muerto en la historia de la humanidad no tuvieron idea alguna de lo que estaba a punto de sucederles hasta el último instante.   Es como lo sucedido en el tiempo del diluvio: "Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos"  (Mat. 24:38-39). 

Por lo tanto, la lección para nosotros es buscar ahora el reino de Dios (Mat. 6:33).

 

Autor

Imagen de Josué I. Hernández

Yo soy simplemente un cristiano, un discípulo de Jesucristo, y miembro del cuerpo del Señor, la iglesia, tal como se describe en el Nuevo Testamento (Mat. 16:18).

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