Sin duda que ayer fue un día especial para nuestra nación. Todos los chilenos nos unimos en un gran abrazo cuando el “Gato Silva” apuntó con su botín derecho al arco y venció la resistencia de “Chiquito” Romero. Mi abuelita, la de los panes amasados con chicharrones debe estar muy feliz y celebrando, no en la plaza Italia, sino en la plaza del cielo, como en el 62 cuando Chile obtuvo el tercer lugar en el mundial del mismo año y que es para mí, opinión muy personal, el mayor logro deportivo de la nación. Pero, hoy no voy a reflexionar sobre la abuelita, sino, sobre la importancia del deporte como agente de cambio y como medio para “salvar” generaciones enteras. Lo anterior lo afirmo porque varios de los integrantes del plantel tienen sus orígenes en familias humildes y de esfuerzos. En la televisión se entrevistó a la madre del “Gato” Silva y se le vio en medio de una parcela; de aspecto muy humilde; proyectando la imagen de manos surcadas por las inclemencias del tiempo cuando debió trabajar la tierra. Algunos de ellos lo han dicho públicamente que el fútbol los sacó de una eventual vida de vicios.
Si los candidatos a alcaldes prometieran lo que cumplen en cuanto a desarrollar el deporte en sus jurisdicciones, otro gallo cantaría, pero todo se desvanece en el baúl del si lo dije no me acuerdo. Si volvieran los campeonatos inter-escolares, pero a nivel nacional, las escuelas tendrían más herramientas para satisfacer los intereses de sus alumnos. Si el Ministerio del Deporte abogara para que en vez de 38 horas de permanencia en un aula o en la escuela fueran sólo 28 y el resto el niño las ocuparan, no como tiempo libre, sino que como formación de intereses en una academia de fútbol gratuita; en un grupo de teatro; en un conjunto folclórico; en una academia de gimnasia, tendríamos muchos medallistas olímpicos que ganarían oro, como Tomás González.
Amigos, tengo la seguridad plena que si en cada comuna de Chile existiera una política deportiva comunal no tendríamos equipos desafiliados porque la gente iría a los estadios y no sólo habrían 22 jugadores de nivel jugando en el extranjero, sino cientos de niños llegarían a cumplir sus sueños. Lamentablemente en nuestro chilito dedicarse a deportista no es rentable y los jóvenes terminan pateando piedras en vez de “chutar” una pelota que le dé alegría a un país y tienen que conformarse con las migajas de un Estado miserable en políticas deportivas.
Creo, el Ministerio del Deporte debería pelarse una papita más cotota y cambiar el rumbo de su existencia para apoyar más a los niños. Que el currículo le dé más espacios a las actividades que llenan el alma de los estudiantes. Creo, también, que podríamos comenzar por las escuelas, es decir, que los niños tengan la posibilidad de jugar a la pelota en sus establecimientos aunque sea en los recreos y que los profesores no reclamemos si el niño llega un poco transpirado, pues aquello es menos grave que verlos tirado en una cuneta consumiendo droga. Que los alcaldes compren terrenos para ampliar los colegios, pero no para hacer más salas, sino que para construir canchas de fútbol; salas de teatro, etc. Que los directores de escuela no saquen a los niños adelante para rendir homenajes individuales como campeones de algo y que ha sido el fruto del sacrificio personal y no de la escuela. Que la escuela se sienta orgullosa de sus niños al ver que gracias a las oportunidades que les dio se pudo formar a un cristiano triunfador.
Sin duda que he quedado más que motivado para lograr los cambios necesarios que Ovalle necesita en materia deportiva, pero desde adentro y si tuviera la oportunidad de ser Concejal, que el pueblo ovallino lo dirá en octubre, mi primera tarea es proponer al señor alcalde que sea electo que al interior de la municipalidad, se cree una coordinación deportiva de verdad que fomente el deporte y las artes en toda sus expresiones. La idea es presentar un proyecto que considere la realización de actividades deportivas y artísticas donde los niños desarrollen sus talentos y fortalecer los clubes deportivos para que sean la base del equipo profesional que nos represente, pero con éxito, sólo así la gente volvería a los estadios. Las ideas referidas, no son promesas, son tareas que me he propuesto, entre otras más.
Felicitaciones inmensas a los 22 muchachos que alcanzaron la cima de una montaña que parecía casi imposible, especialmente cuando se perdió con Argentina el primer partido. Que reciban todos los premios que pidan, pues se lo merecen porque la alegría de un pueblo entero vale más que toneladas de oro; la alegría de un pueblo es invaluable.
Especial felicitaciones al “Gato” Silva porque asumió con entereza su responsabilidad, consciente que la felicidad de su país estaba cifrada en sus "chuteadores". Este “Gato” es de carne y hueso, no líquido como el otro al cual muchos le rinden devoción y a pesar de tener la condición de humano este “Gato” le dio una alegría inmensa a todo un pueblo.
Hoy, el “Gato” de la alegría no es líquido…