Señor Director:
El 19 de octubre de este año 2018, tuve el agrado de ser entrevistado en un programa que se llama “Lo Justo y Necesario” del Diario Digital “El Periodista”.
No fue fácil. Me invitaban como Coronel de Ejército en una semana en la que la institución a la cual pertenecí por 40 años, estaba –por nada bueno– en la portada de todos los medios de comunicación.
Acepté, porque el entrevistador Francisco Felipe Martorell Cammarella, es un periodista de esos que poco quedan. Primero que todo un caballero. Comentarista político y, como escritor, autor de “Impunidad diplomática”, “El caso de Gloria Stockle” y “Operación Condor: El vuelo de la muerte”. Un extenso y brillante currículum.
Su entrevistado, un Coronel en servicio pasivo, con mucho corazón y dispuesto a defender al Ejército de Chile. Pero, vamos a la entrevista y a una parte de ella, que es lo que me interesa resaltar en esta oportunidad.
Durante la entrevista, manifesté que en Chile, para el 73, las Fuerzas Armadas recuperaron la democracia. Días después, ante un comentario de una amable señora que escribió positivamente en el sitio WEB del citado medio, agregué: “Gracias Gloria. Así lo entiendo. Y después de eso hubo una Guerra Irregular en Chile”.
Mi respuesta, de inmediato, causó el comentario de otras personas, pertenecientes a un Estudio Jurídico. Esta vez asegurándome –en un todo académico y respetuoso– que no hubo tal guerra.
Mi respuesta fue la siguiente:
“Lo que a mí me correspondió vivir es distinto a lo que ustedes piensas. Vi morir sin ningún motivo al Subteniente Lacrampette, mientras esperaba locomoción, en agosto de 1973. De un tiro en la cabeza. Él no estaba armado. Lo mató un extremista de izquierda. Murió a escasos metros de mi casa en el barrio El Golf, mientras yo postulaba a la Escuela Militar. También fui testigo de la muerte de los escoltas del Presidente de la República, en septiembre de 1986. Fueron salvajemente acribillados con fusiles automáticos y cohetes. Solo por cumplir la orden de proteger la vida del Presidente de Chile y de su pequeño nieto, que iba con él en el auto. En esa época yo era oficial en la Escuela de Infantería. También vi morir al Teniente Zegers, Oficial de Guardia del Comando de Aviación del Ejército, asesinado de un balazo en la cabeza por un grupo del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Sólo, por ser el Oficial de Guardia quién, junto a un soldado conscripto, los sorprendió intentando atentar contra los helicópteros de dicha instalación. En esa época yo era Capitán Ayudante de una instalación militar continua al Comando de Aviación. Así, podría uno a uno, nombrarle al menos mil casos similares, donde militares, marinos, aviadores, carabineros y funcionarios de investigaciones, fueron asesinados, emboscados, ajusticiados o acribillados. Ninguno de ellos está en el Memorial de los Derechos Humanos. Pero sus hijos, esposas, hermanos, nietos y familiares, en silencio, los recuerdan”.
Comprenderán que vino la contra respuesta en forma inmediata:
“Coronel no puedo desconocer lo que UD señala, que hubo crímenes ejecutados por delincuentes políticos antes del golpe, después cuando viene el golpe y, a posteriori, se produce el control total de la república. Es importante distinguir eso. UD no puede poner al mismo nivel al MIR con el Ejército de Chile. Tampoco puede confundir los tiempo, la mayoría de las ejecuciones y desapariciones de gente desarmada y prisionera se produce entre 1973 y el 78. Después continúan pero más tenue, ahora lo que UD señala después lo del atentado, etc., no es lo que se discute se discute los crímenes a gente desarmada y entregada. Creo que la ideología que se les inculcó obnubila el racionamiento lógico, hay que avanzar”.
Como pueden observar, el tono siempre fue respetuoso y es lo que más rescato de esta entrevista. Pero sigamos. Por supuesto le respondí:
“Tienen toda la razón. Hay que avanzar. Pero fueron ustedes los que retrocedieron 40 años, como siempre ocurre en estos debates. Entonces ahí hay que mostrar lo que algunos no quieren mostrar o recordar, como por ejemplo, no solo al MIR, sino también el Grupo de Amigos personales de Allende, el GAP o los 30.000 extranjeros, en su mayoría cubanos que ingresaron al país en el tiempo del Gobierno de Allende, junto con las toneladas de armamento. También le podría enviar una carta de Salvador Allende, de puño y letra, guardada en el archivo de la Biblioteca Nacional, donde le pide armas a Orlado Letelier, en esa época en Estados Unidos. Él le responde de puño y letra con un listado de armas para el GAP. Así eran las cosas en ese tiempo y para mí y muchos militares que cumplíamos órdenes, había un estado de sitio y una guerra declarada contra el terrorismo. No me correspondía a mí, cuestionar esa situación y menos cuando vi caer a muchos inocentes camaradas en manos de grupos extremistas. Se recuerdan ustedes los gritos ¡los momios al paredón y las viejas al colchón! O, a Miguel Enríquez llamando a las armas y a la desobediencia de las Fuerzas Armadas. La sublevación de la tropa a sus mandos. La conformación de los Cordones Industriales con una organización para militar y con instructivos paramilitares. ¿Quiere que le mandé algunos? Es cierto, avancemos, pero si usted quiere recordar, hay que recordar todo. No solo una parte. Esos, no se llaman delincuentes políticos. Eso es un invento que engaña. Eso se llama terrorismo y contra ellos las Fuerzas Armadas lucharon muchos años, en una guerra irregular”.
Saben, más que estar o no estar de acuerdo –algo que no se ha logrado en más de 40 años– rescato la posibilidad de plantear ideas y visiones, sin insultarnos y sin llevar la conversación a las descalificaciones, solo por pensar diferentes. Eso que no vemos en los programas políticos, que más que política parece farándula con un moderador que, de tal, no tiene nada. Al revés, lleva las conversaciones al extremo.
Christian Slater Escanilla.
Coronel de Ejército.