Decía el guardiamarina Vicente Zegers: “Vi  un muchacho que tomado del cabillero del palo de mesana, parecía estar escondiéndose. Entonces le dije: Sal de ahí inmediatamente y vuelve a tu puesto. El, con lágrimas en los ojos, me contestó: Señor, dispénseme, porque no puedo, me falta una pierna. En efecto, me acerqué a él y vi que tenía la pierna derecha completamente destrozada, estando parado con la otra, sobre un charco de su propia sangre.” 
En la Esmeralda, esa mañana del 21 de mayo de 1879, junto a Prat, muchos niños combatieron codo a codo con sus mayores. Entre los 10 y los 16 años tenían estos pequeños héroes  algunos de los cuales murieron, otros quedaron heridos y fueron hechos prisioneros en Iquique. Repasemos algunos nombres que en su libro, don Diego Grandón los relata.  
José Emilio Amigo, grumete de 10 años  encargado de atender las bajas. Fallecido en la lucha;  Gregorio Araya Aburto.  16 años. Murió combatiendo.  Gregorio Araya Aburto.  16 años. Murió combatiendo. José Baltasar Briceño Cordero. 14 años. Murió combatiendo. Gaspar Cabrales Besodilla.  Corneta de la Esmeralda. En el combate, una granada le arrancó la cabeza. José Agustín Coloma Acevedo.  16 años, cayó al agua herido y fue hecho prisionero.  José Manuel Concha.  13 años.  Lo salvaron de morir ahogado y fue hecho prisionero.  Adrián Guzmán Lavell. 14 años. Fue hecho prisionero. Juan Bravo. 14 años, araucano (apellido Villacura), se cambió el apellido.  Combatió en la Covadonga. Tirador escogido, subió a la cofa y de a uno eliminó a los sirvientes del cañón principal de la Independencia. Nunca se disparó ese cañón. 
Treinta y cuatro niños grumetes luchaban esa mañana contra el Huáscar.  Sólo sobrevivieron 5. Un momento de silencio en honor a estos niños chilenos. Miro hacia el norte reflexionando y siento el barullo de mi nieto de sólo 10 años jugando a la pelota en el patio de la casa. Dios nos guarde de una guerra.
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