El gran mega terremoto, imposible de ser medido por las escalas existentes, que tuvo como epicentro la Iglesia Católica chilena, provocando un gran caos en el interior de ésta, con fuertes replicas, que siguen ocurriendo hasta el día de hoy en Chile y en el mundo católico llegando hasta el mismísimo Vaticano, tiene nombres y apellidos, James Hamilton, Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo, todo lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá en la Iglesia Católica chilena en cuanto a destapar de una vez por toda su feroz crisis moral de forma y de fondo, en rigor un punto de inflexión, que marcó un antes y un después, todo gracias a la perseverancia y valentía de Hamilton, Cruz y Murillo, porque de no haber ocurrido sus decididas y probadas gravísimas denuncias, que hicieron personalmente al papa Francisco, incrédulo al principio, pero el gran peso de las pruebas terminó por convencerlo, de seguro todo seguiría igual en el interior de la Iglesia Católica chilena, es decir... “Con una mano a Dios rogando y con la otra abusando de nuestros niños y jóvenes, a vista y paciencia de sus pastores líderes, quienes debiendo ser los más celosos guardadores del cumplimiento de las enseñanzas del que murió crucificado en el Gólgota..., continuarían siendo útiles encubridores de tamañas barbaridades” Nuestro papa Francisco debe terminar lo que comenzó, con el mega terremoto provocado por Hamilton, Cruz y Murillo, que de no haber existido, no cabe la más mínima duda que todo seguiría igual. Luis Enrique Soler Milla
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