Apenas se supo que volvían los Mil Tambores a Valparaíso comenzaron los comentarios, más bien quejas de los vecinos que tienen la desdicha de estar en la ruta de los tamborileros y de los bailantes, porque son ellos los que tienen el justo derecho de manifestarse, dado que viven este supuesto carnaval de ritmo y algazaras en primera fila, honor que de seguro no les provoca ningún gusto el vivirlo,…pero ¿Por qué tan mala onda se preguntará Ud.?..., la sencilla razón es que las experiencias pasadas les han mostrado el lado B de los Mil Tambores, rayados en las murallas y puertas de sus casas, toneladas de basura en las calles, personas ebrias provocando desordenes, con la puesta de carpas en lugares públicos, las calles convertidas en baños públicos y otras tantas manifestaciones en la misma cuerda, lo que hace surgir la gran pregunta, si es ó no es una fiesta llena de buenos momentos para todos, visitantes y residentes de Valparaíso, porque debemos estar de acuerdo que es impresentable que la alegría y las algazaras de unos deban ser en desmedro de la insatisfacción y molestias de otros, por ejemplo los que menos se contornean al ritmo de la percusión, son los que tienen que limpiar las toneladas de basura post-celebración, financiados por una ya desfinanciada Municipalidad…, sin embargo, basuras más, basuras menos, redobles de más, redobles de menos, después de todo, una vez que termina el carnaval, y así ha sido los años anteriores, ocurre algo sorprendente, no hay ningún comentario, nada de nada, acerca de quién se supone es el rey de la fiesta, más bien los reyes de la fiesta, “sus majestades los tambores”, no olvidar que son mil, menos que comparsa era más rítmica, más monótona ó más integral, definitivamente los tambores pasan a un segundo plano, el tema que queda es la molestia y el desencanto de los porteños por la intranquilidad vívida, como que se parece a los clásicos del futbol, se habla de todo antes, durante y tras el partido, desordenes, micros en huelga, bombas de ruido, pero de la pelota, que se supone que los convoca, “si te he visto no me acuerdo”…, definitivamente como que llego la hora que los organizadores de los Mil Tambores asuman la responsabilidad y compromiso con los porteños, de entregar las calles, plazas, playas en las mismas condiciones en que las reciben, controlando decididamente a los que desafinan el ritmo de las comparsas y se dedican a realizar desordenes, sin respetar las reglas municipales, para así lograr que la fiesta sea de todos y para todos, en ese caso no me cabe la menor duda que cada porteño, saldría a la calle a darle a su propio tambor…, porque…“ Si va a haber diversión, entonces que se diviertan todos, y no solo unos pocos a costa de las molestias de otros…” Luis Enrique Soler Milla
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