Por Pedro San Martín Ahumada. Psicólogo educacional.

La Iglesia Católica Chilena está hundida en una crisis profunda. Los casos de abusos, encubrimiento y negligencia en los procesos de parte del clero han terminado por sepultar la credibilidad de la iglesia, y con ello la fe de muchas personas. No es ninguna sorpresa que todas las encuestas indiquen una baja año a año en el porcentaje de personas que se declara católica en Chile, ya que la iglesia está promoviendo activamente este fenómeno. La pregunta que sigue entonces es “¿Cuál será el destino espiritual de los fieles de la iglesia católica?”

En occidente, por distintas razones la espiritualidad ha estado particularmente ligada a la religión y pareciera (para muchos) que no pueden operar una sin la otra. En realidad, para tranquilidad de los desamparados laicos católicos, esto no es ni debe ser necesariamente así. En la Universidad Católica realizamos una investigación de carácter exploratorio para indagar el uso de prácticas espirituales dentro de un establecimiento escolar y los resultados de seguro le sorprenderán.  

Antes de comentar algunos resultados, entendamos primeramente de que estamos hablando en concreto. Según una definición de Michael Foucault la espiritualidad sería ese conjunto de búsquedas expresadas en modos de vida, prácticas concretas, modificaciones de la existencia, etc. que el sujeto hace para obtener acceso a lo verdadero o transcendente. Además el filósofo e historiador Pierre Hadot nos dice que este camino puede ser de carácter terapéutico, con el objetivo de lograr una mayor “libertad interior” o también que la persona pretenda una mayor conexión con la infinitud que nos rodea. Aunque por razones prácticas he simplificado la cuestión teórica, vea usted que todos nosotros podríamos tener búsquedas espirituales sin haber recurrido a ninguna religión de manera concreta, o bien recurrir a ella y ser igualmente espirituales. La religión es un camino posible, pero no es la norma.

Con este marco ya podemos revisar algo de nuestro trabajo. Investigamos un colegio católico de Santiago donde floreció una comunidad espiritual desde los alumnos y exalumnos, sin ninguna intervención previa de la jerarquía escolar. No fue mediado por un sacerdote, el equipo de formación pastoral o el director. Por su parte, los alumnos y exalumnos crearon comunidades de vida donde se juntaban a conversar sobre sus inquietudes de la cotidianidad, rezaban o hacían ejercicios espirituales parecidos a la meditación. Como vemos, algunas actividades tenían un sustrato religioso y otras se desprendían de una búsqueda o forma de vida más transversal, conviviendo perfectamente. Uno de los resultados preliminares más sorprendentes, es que el colegio a pesar de declararse confesional era, en parte, lo contrario, puesto que los entrevistados relataron que había un ambiente muy poco católico y que  eran  incluso mal vistos quienes rezaban o iban a misa por cuenta propia.  Más aún, una vez que el grupo empezó a tomar cuerpo se unió gente que no era católica o que estaba totalmente desencantada con la Iglesia.

Estos primeros resultados nos pueden hacer reflexionar sobre la crisis actual de la Iglesia. Lo primero es que los laicos no se necesitan un ambiente particularmente católico para poder desarrollarse espiritualmente.  Es decir, la poca credibilidad de la iglesia o la resistencia de la sociedad a la religión no es una excusa válida. Lo segundo es que si La Iglesia Católica (especialmente el clero) quiere seguir siendo parte de la formación espiritual de las personas tiene que replantear su modelo jerárquico de intervención, enfocándose en empoderar a los laicos. De esta forma, todos los católicos deben pensar seriamente si quieren ser una alternativa a la “revolución espiritual” dentro de las lógicas del siglo XXI o bien  tirarán la toalla y dejarán este ámbito sólo a la meditación, el yoga,  la psicoterapia, los viajes para cambiar de rumbo (estilo “working holidays”) y toda actividad ligada a una búsqueda transcendente. De lo que si estamos seguros, es que la revolución será, con o sin la Iglesia Católica.

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