Hace ya un tiempo me llegan mensajes por correo y redes sociales sobre variados puestos de trabajo para los diferentes servicios públicos y privados de salud. Estos cargos se refieren principalmente a enfermeras, kinesiólogas y técnicos en enfermería.  Desde hace unos meses estoy en búsqueda de oportunidades laborales por lo que pongo toda mi atención en cada aviso que se publica.

Durante estos días de alarmas por el COVID-19, la anhelada posibilidad de trabajar en salud pública, adquirir mayor experiencia laboral y por fin servir a la comunidad aplicando los conocimientos de 5 años de pregrado y aún más de postítulos/postgrados se volvió más accesible. Pero ¿Solamente para combatir el aumento del número de contagiados? ¿No se necesitan estos profesionales durante todo el año? ¿Tenemos realmente un sistema de salud de clase mundial en donde poco capital humano pueda entregar un trabajo de calidad? Y por sobre todo ¿Dónde están los fonoaudiólogos en los niveles de atención primaria, segundaria y terciaria?

La fonoaudiología es y ha sido el familiar pobre de las disciplinas salubristas (aunque los odontólogos creen que son ellos, les informo que no… el podio del primer lugar es para fonoaudiología, pero ese es tema para otro día).  La fonoaudiología es la disciplina científico-sanitaria que se encarga de prevenir (palabra que chile usa poco), evaluar, diagnosticar y rehabilitar los trastornos de la comunicación humana, alimentación oral y motricidad orofacial. A nivel mundial el profesional Fonoaudiólogo es considerado en las Unidades de Paciente Crítico, pero Chile (que es experto en copiar a medias sistemas o programas extranjeros) no los considera dentro de su planta fija de profesionales.

El COVID-19 puede dejar al paciente conectado a ventilación mecánica en la UCI si se enferma de gravedad, pudiendo traer consecuencias a nivel del complejo orofacial durante la intubación, dificultades para recuperar la alimentación oral, dificultades en la comunicación, daño en los pliegues vocales provocando disfonías o incluso limitando la protección de la vía aérea (por lo que el paciente sentiría que se atora con simple saliva). Las alteraciones de la deglución (nombre clínico que se le da al proceso de Tragar) trae problemas como: neumonías aspirativas a repetición, deshidratación, desnutrición, obstrucción de la vía aérea por alimentos, entre otras. Existen muchos riesgos y consecuencias que no se están manejando hoy en los servicios de salud ¿Por qué Chile insiste en dar una atención a medias en tiempos de crisis? ¿Los demás profesionales tienen algo de responsabilidad al respecto?

  Todo se vuelve mediocre en el sistema de salud; desde infraestructura no adecuada, pocos insumos para la atención de pacientes, profesionales no capacitados o algunos realizando intrusismo profesional por la necesidad de trabajo, pocos profesionales para la cantidad de pacientes o la no contratación de personal para ahorrar en gastos. Las consecuencias se las llevan siempre los pacientes y sus familias. ¿Por qué solo se respeta a la enfermera y psicóloga en tiempos de crisis? ¿No es mejor tener los profesionales disponibles para educar y atender a la población todo el año? ¿Por qué se solicitan más kinesiólogas en UCI para programas de invierno y en esta emergencia del COVID-19? A mi parecer, deberían estar fijas en el hospital, un numero adecuado y no solo unas pocas en el recinto asistencial, entregándolo todo y tratando de hacer maravillas en la rehabilitación con el poco apoyo que existe.

Los trastornos de la deglución, si no son abordados, pueden tener consecuencias fatales ¿Por qué nos interesa solo mantener vivas las personas? ¿Qué paso con la calidad de vida? Por otra parte, se deben intervenir desde la fonoaudiología además las dificultades de habla, lenguaje, voz, motricidad orofacial y audición en los pacientes para que tengan una vida lo mejor posible. Necesitamos verdadera rehabilitación en UCI señoras y señores. Una rehabilitación completa, sin falta de algún profesional, para realmente entregar una atención integral, siguiendo un modelo Biopsicosocial y no biomédico, sin faltar a la ética sanitaria.

Si queremos superar esta crisis y todas las que vendrán, el sistema de salud debe reconocer la labor de cada profesional para así realizar un verdadero trabajo en equipo, para salvar vidas, mantener la calidad de vida de cada paciente, educar a las familias y realizar un acompañamiento real. Se necesitan puestos de trabajo, líderes en salud que se ganen su lugar en base a méritos y no a “pitutos”, porcentaje anual de contratación para jóvenes egresados y controlar la cantidad de profesionales que egresan de las universidades. Recién ahí tendremos la base para entregar la atención que la población se merece; una atención humanizada, centrada en la persona y su familia.

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Eduardo Córdova Figueroa. Fonoaudiólogo Diplomado en Liderazgo y Derechos Estudiantiles Universidad de Santiago de Chile. Diplomado en Fonoaudiología Geronto-Geriátrica Universidad de Valparaíso.

 

 

 

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