En estos tiempos de pandemia, ahora, expuestos a la segunda ola de contagios, en que los distintos tipos de viajes se han visto reducidos y otros han simplemente desaparecido, cada persona añora esa oportunidad de salir de la cotidianidad, ya sea por razones de trabajo o de esparcimiento, y que nos permitía, aunque sea por un cierto espacio acotado en el tiempo, vivir otra realidad. Hoy, todos extrañamos esa libertad, ese viaje que nos sacaba de nuestra rutina habitual, e incluso, ese traslado a la oficina o al lugar de trabajo que marcaba un corte entre los espacios de tiempo trascurridos en el hogar junto a la familia, y el tiempo dedicado a nuestro mundo laboral. En algunos países del Asia, incluso fueron creados “los viajes a ninguna parte”, para producir esa sensación de libertad, con gran acogida de las personas, agotando los pasajes, lo que parece inverosímil. Sin embargo, para muchas personas en Chile, el trayecto diario a su lugar de trabajo era y seguirá siendo una pesadilla, por las largas esperas en los paraderos, las deplorables condiciones del transporte público, las largas caminatas forzosas, los riesgos a veces de atravesar zonas peligrosas y oscuras y ser víctima de la delincuencia, o simplemente sufrir el hacinamiento ya sea en el microbús o en el metro. Para otros con un poco de mejor suerte, significa pasar tiempos muertos en largos atascos de tráfico a raíz de la congestión vehicular y soportar la paupérrima cortesía y educación vial de los conductores. Pero en estos tiempos de confinamiento, hemos experimentado la situación de vivir entre lo doméstico y lo laboral sin distinciones ni espacios de separación, por lo cual, en muchos casos, ha significado no solo angustia, sino también trastornos en la salud mental de las personas. Ese viaje necesario marca un espacio vital en la vida de las personas, y hoy día, simplemente se ha esfumado. Aparece indispensable entonces retomarlo, especialmente porque haciendo un buen uso de ese tiempo, podemos efectivamente meditar, reinventarnos, pensar cómo podemos ser mejores personas y cómo podemos aportar a los demás. Pero ese momento de corte e interrupción entre ambas realidades, debería estar ganado, no por otro espacio virtual más, sino más bien, ser un espacio-tiempo presencial propio de cada uno, que permita a cada persona diferenciar sin cuestionamientos el trabajo y el hogar. Sin duda, ello contribuirá a mejorar su bienestar y calidad de vida, Ese viaje tan necesario, puede ser decisivo a la hora de repensar la sociedad que queremos construir entre todos.
MARGARITA DUCCIDirectora Ejecutiva Pacto Global Chile, ONU