La comuna de Canela es la más pobre de nuestra región. Más de un cuarto de su población se encuentra bajo el umbral de la pobreza y el 49,1% de sus habitantes no cuenta con servicios básicos (datos del SIIS-T). El INE nos agrega otro dato desolador: de las 346 comunas de Chile con más adultos mayores, Canela ocupa el lugar número 15. No es difícil concluir que la gran mayoría de estos adultos mayores está bajo el umbral de la pobreza y no cuenta con servicios básicos. Quienes conocen la comuna lo tienen muy claro.

Esta semana, la ministra del trabajo informó datos alarmantes para nuestra región de Coquimbo: en marzo de este año, las cartas de despido aumentaron un 57% en comparación a marzo de 2019, ubicándonos sólo detrás de Magallanes y Tarapacá. Se suma a lo anterior, que la hotelería y servicios han aumentado su porcentaje de despidos en un dramático 93, 9%. Miles de familias están padeciendo los efectos económicos de esta crisis.

Si en nuestra región la situación ya es preocupante, para los abuelos de Canela la situación es crítica.

La solución favorita de gobiernos de izquierda y derecha han sido los bonos, cuyas fórmulas y metodologías han dejado siempre fuera a personas de escasos recursos, que deben cumplir con requisitos específicos para cada bono, pero no toma en consideración que hay chilenos que simplemente se encuentran fuera del sistema.

El Estado debería avanzar en una solución cuyo único requisito sea ser persona y habitar el territorio nacional, cómo lo está haciendo el gobierno español, y así, garantizar que durante la crisis las personas más vulnerables cuenten con ingresos para afrontarla. Esta solución es un ingreso mínimo vital para cada hogar chileno (incluidas, por supuesto, las familias monoparentales y homoparentales), que aumente en razón de los menores, adultos mayores y discapacitados que tengan a cargo.

En el sur de Italia, varios grupos de personas organizaron saqueos masivos a supermercados. Los servicios de inteligencia italianos advirtieron al gobierno: “La gente tiene hambre”.

Los abuelos de Canela no son asiduos a redes sociales y no hay servicios de inteligencia ni supermercados, pero ahí están.

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