Concejales que hacen de alcaldes, alcaldes que hacen de congresistas, intendentes con agenda de alcalde, consejeros regionales que hacen trabajo de concejales, y congresistas que hacen trabajo de alcaldes, intendentes o ministros, todos trabajando pero en la vereda equivocada, fuera de sus competencias, lejos de su real campo de acción.
Entonces, no puede extrañarnos que en el congreso, se esté discutiendo la nulidad o modificación de leyes, que deban revisarse vía proyectos especiales, porque cuando fueron votadas, “no leyeron bien”, “no se dieron cuenta” o simplemente no estaban en la sala para votarlas.
No puede extrañarnos, que la gestión del gobierno regional esté postergada por convivencias sociales, por la demanda de semáforos, lomos de toro o la ubicación de ferias, temas de competencia municipal.
Y claro, cada cargo de elección popular requiere de votos, y esos están tras la satisfacción inmediata de alguna necesidad social, ya sea vivienda, alcantarillado, luz o empleo, no están en la creación de una ley, en la acción fiscalizadora a otra autoridad ni en la ejecución presupuestaria, están en lo concreto, en aquello que de manera cortoplacista mejora, aunque sea parcialmente, la calidad de vida de las personas.
Harta responsabilidad tenemos como comunidad en que nuestras autoridades no hagan su trabajo e improvisen, con las mejores intenciones, en el de otras, pues son nuestras demandas y mal concepto del poder y autoridad, lo que nos hace recurrir a quien sea, obligándolos –de alguna manera- a distraerse en gestiones que no le son propias. Aquí un llamado a las mismas, a asumir lo propio, a derivar aquellos que no les corresponda, aquí un llamado a ser pastelero de sus pasteles.
¿Educación Cívica?, más que necesaria, como sociedad debemos saber que deben hacer nuestras autoridades, cuáles son sus funciones, pues esa es la única forma de saber a quién dirigir nuestras demandas para que no se diluyan, es la única forma de poder ser efectivos fiscalizadores de la labor de las autoridades que escogemos.