En un Chile largo y diverso, con una de las economías más estables de Latinoamérica, pero también una de las más desiguales de la OCDE, parecieran importar mucho las cifras que dan cuenta de los enormes avances que ha tenido el país en las últimas décadas. Pero pocas veces nos detenemos a pensar que ese desarrollo no sólo lo logran los gobiernos, instituciones, empresas y políticas públicas, sino también sus mismos habitantes: Las personas que creen en un presente y se esfuerzan, a diario, por un futuro mejor.
Entre estos ciudadanos, merecen especial atención los emprendedores, los que sacan adelante a sus familias, los que son un ejemplo en sus barrios, los que se reinventan en cada estación del año. Esos que confían en otros y crean comunidad.
Hace quince años Fondo Esperanza (FE) se propuso transformar el paisaje de la pobreza en Chile y confiar en aquellos a quienes el sistema dejaba de lado, aquellos que teniendo ideas y compromiso veían escapar sus sueños porque no cumplían con los requisitos que la formalidad les exigía. En FE tuvimos la convicción de que lo que necesitaban estos emprendedores era que alguien confiara en ellos y nos atrevimos.
En este tiempo, hemos visto miles de emprendedores que llegaron con un sueño y terminaron siendo microempresarios, con sus vecinos, con sus familias, generando desarrollo local. ¿Nuestro trabajo? Entregarles la posibilidad de acceder a servicios financieros, capacitación y promoción de vínculos robustos entre ellos y los miembros de sus comunidades.
Hoy son más de 110 mil emprendedores, la mayoría mujeres, que se han convertido en motores de su entorno, responsables (existe una tasa de recuperación del 99,5% de los préstamos), y quizás lo más importante, protagonistas de la transformación de sus vidas y de sus comunidades. Y con ello no han hecho otra cosa que revertir la mano al destino, ese que en un principio veían sin expectativas ni oportunidades de futuro. La pobreza se vence con nuevas ideas y FE ha sido una de ellas.
¿Cómo hacer para que esta experiencia se repita en aquellos miles de chilenos que aún buscan oportunidades para salir de la pobreza? Confiando. Estamos seguros que lo que hemos aprendido en Fondo Esperanza es precisamente a confiar. A entregar una mano cuando otros creen que no hay alternativas para alcanzar sus anhelos.
El desafío sigue, nuestro trabajo continuará, porque también asumimos como nuestra la tarea de contagiar a otros a construir una sociedad que no deje a nadie fuera y que más aún, valore y enaltezca el poder que tienen las propias personas para hacer la transformación que les permita mejorar su calidad de vida, la de sus comunidades y, en definitiva, cumplir sus sueños.
Mario Pavón, Gerente General de Fondo Esperanza