El día viernes 16 de septiembre, El Mercurio se hizo público que un documento del centro de políticas públicas de la UC, escrito por  Gabriel Bocksang, circulaba entre los parlamentarios criticando el proyecto de reforma para la elección democrática y directa de los intendentes y que está próximo a la votación en la comisión de gobierno del Senado.

Mis inquietudes son varias. Primero, podría felicitarlo, hizo un excelente documento para conocer la estructura histórica del centralismo chileno. Segundo, comparto el análisis sobre el débil traspaso de competencias que el ejecutivo presenta ante la comisión. Sin embargo, el señor deja de lado la experiencia comparada y muestra un profundo temor (al igual que la elite de la capital).

 Latinoamérica nos presenta varios casos cercanos, donde se propició la elección de autoridades locales y subnacionales, con un traspaso de competencias en el ámbito político-administrativo, y fiscal, de manera parcelada. La descentralización no debe establecerse de un día para el otro, sino que es un proceso gradual y continuo, que asegure una perdurabilidad que beneficie a los territorios.

Nos habla de establecer macro-regiones, aludiendo a la antigua división administrativa del país; sin embargo esto se contrapone con el pedido de los territorios a regionalizarse, como son el caso de Los Rios, Arica y Parinacota, y prontamente Ñuble. La decisión de estas regiones radica en el centralismo que produce dentro de las mismas la designación de un “representante” designado, que responde a lógicas centralistas y que ejecuta políticas homogeneizadoras a lo largo de un país que muestra disímiles condiciones territoriales.

Volviendo al punto de la elección de intendentes (próximo gobernadores regionales), el señor Bocksang plantea que se debe seguir con la designación, ya que la propuesta de elección implicaría un cambio completo  a la arquitectura institucional. La pregunta es ¿A qué le teme? El modelo centralizado está a punto de socavar, y quienes han asumido las consecuencias son las regiones, que día a día ven cómo la toma de decisiones es monopolizada por el nivel central, por lo tanto, si es necesario cambiar la estructura institucional, hagámoslo.

En definitiva, insto al autor del documento a informarse mejor sobre el proceso, a pensar y mirar el futuro; tenemos una posibilidad ante nosotros y él desde la academia debería colaborar a crear las condiciones y no obstaculizar algo que desde hace años se viene prometiendo a las regiones y que aún no se concreta. El proyecto de reforma no es bueno, pero no es malo, y aun así es necesario para dar el primer paso.

                                                                                    

Francisco Henríquez.

Estudiante de Ciencia Política UCT

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