Crecí en Santiago, pero con los primeros rayos de sol, me subían al auto y recorría los 472 kilómetros que separan mi casa en Ñuñoa de mi casa en el Pasaje Whittle en La Serena. Mis primeros recuerdos de la ciudad tienen relación con el mar, la arena y el tímido sol que caracteriza a la región. Aprendí a nadar en la playa del Bakulick, donde tras una salada tarde ensuciaba mis manos comiendo papas fritas con pollo en un antiguo kiosko que hoy fue reemplazado por el Bar Tsunami. 

Me enamoré de la región a temprana edad y cada verano me prometí volver. Mi casa a pocas cuadras del faro, se ubicada en un sector que hasta hace unos años se caracterizaba por ser tranquilo y residencial. Hoy es el patio trasero del barrio Puerta del Mar, donde sus pequeñas y angostas calles se ven atochadas por el gran número de autos y residentes que se trasladan del nuevo barrio a la avenida de Aguirre. No sé exactamente cuántos departamentos, condominios son y menos el número de residentes que las ocupan, pero sin duda es mucho.

A principios de 2018, decidí - por fin - trasladarme a la IV región cumpliendo un sueño de infancia. Un sueño que se ha visto frustrado por el lamentable centralismo de nuestro país y una cierta ineficiencia municipal.

Para salir de dudas, acudí a la Junta de Vecinos del sector donde vivo, para entre varias cosas, consultar por qué en la cuadra había tanta caca de perro. La respuesta fue inesperada, y es que la ex presidenta de la agrupación me señaló que la única razón de porqué la ciudad estaba llena de caca tenía relación con el Alcalde. "Es animalista y no los quiere mata", me señaló. Inesperada porque no entendí la relación entre ser animalista y derechamente cochino. Pero eso no fue todo, resulta que además por vivir en un pasaje el Municipio de La Serena no se hace cargo de la limpieza de la calle, el que queda a exclusiva responsabilidad de quién vive. Imaginen mi cara cuando escuché esta información, fue algo así: ¿¿??

Tengo la suerte de tener un perro a mi lado desde hace tres años. Suerte porque sin duda son la mejor compañía que el ser humano puede tener. Sin embargo, su tenencia requiere responsabilidad  a través de una alimentación saludable, un plan de salud digno y horas de esfuerzo para sacarlo a pasear y con ello levantar sus fecas. Porque la calle no es de ellos, es de todos, y por lo mismo es importante respetar el zapato del otro.

Vengo de una comuna que lidera los ránking de calidad de vida de nuestro país, por lo que la caca y la basura de animal hace varios años dejó de ser un tema para los vecinos, gracias a un trabajo que involucraba a los dueños de perros y un plan de limpieza del municipio que ha permitido a los transeúntes de Ñuñoa, casi olvidarse por la molesta situación de limpiarse los zapatos de los restos de un perro que no les pertenece.

¿Cuánto de esto entiende el Municipio de La Serena y los vecinos?, me pregunté. El problema de los perros callejeros no se soluciona matándolos. Se soluciona con un plan de tenencia responsable para los vecinos de la región, una perrera digna y por supuesto un plan de limpieza para todos sin importar el tamaño de nuestras calles.

Cómo es posible que una región que recibe a millones de turistas cada verano, no tenga un plan de limpieza que se ajuste a sus necesidades. ¿Cómo es posible que mis vecinos, a diario, tengan que limpiar la caca de un perro que no alimentan, no les pertenece y muchas veces no conocen? 

X