PREVENCIÓN DEL SUICIDIO, TAREA DE TODOS

 

Hoy 10 de septiembre, Día Mundial de la Prevención del Suicidio, no podemos dejar de reflexionar sobre el proceso complejo y multicausal que lleva a una persona a quitarse la vida.  Todavía la idea generalizada es que se trata de un problema exclusivo de salud mental, pero gradualmente vamos ampliando la mirada y en la actualidad contamos con información que agrega una serie de otros factores. Esto no sólo aumenta la comprensión del fenómeno, sino que nos interpela a todos como instrumentos de prevención.

 

Los Centros de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, por ejemplo, publicaron hace muy poco los resultados de un estudio que reafirma la importancia del abordaje comunitario frente al suicidio.  Es decir, no podemos dejarle esta tarea únicamente al sistema de salud, sino que debemos actuar desde todos los frentes.  Dado que son diversas las razones que pueden contribuir a un suicidio – relacionales, de abuso de sustancias, de salud física, laborales, escolares, entre otras – también deben ser diversos los actores de prevención, incluyendo al Estado, los sistemas de salud, los empleadores, los establecimientos educacionales, los medios de comunicación, las organizaciones comunitarias y la familia.

 

Desde los distintos sectores es posible aportar identificando y conteniendo a personas en riesgo, y ayudándolas a encontrar ayuda profesional; enseñando habilidades de afrontamiento y resolución de problemas; disminuyendo el acceso a medios letales; reduciendo el estigma de los trastornos mentales y en muchas otras formas.  Pero, sin lugar a dudas, la tarea más trascendente que debemos acometer es la recuperación de la vida en comunidad.  Todo ser humano necesita pertenecer, formar parte, ser visto y validado por otro.

 

Cuando hacemos responsables de reducir las tasas de suicidio sólo a los profesionales de la salud mental, o cuando ponemos la culpa en la persona que no vio más salida a su dolor que la muerte o en quienes la rodean, dejamos de lado nuestro deber de colaboración.  Necesitamos hacernos cargo del otro, sobre todo de ese otro que tiene más dificultades para hacer frente a demandas y presiones que pueden volverse insoportables.

 

Quien se suicida es una persona que sufre y, en la inmensa mayoría de los casos, seguiría viviendo si alguien le ayudara a realizar cambios en su dolorosa situación.  Por eso no podemos permanecer indiferentes.  Porque todos podemos ayudar a prevenir un suicidio.

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