Todos conocemos la historia de los ratones, el gato y el cascabel. Cansados del peligro que representa el gato, se reúnen los ratones para proponer una solución final a tan grande problema. Finalmente, surgió una que los entusiasmó a todos: le pondrían un cascabel. Así, apenas aquél se acercara, lo sabrían por el ruido. Casi todos celebraron. Casi, porque el único ratón en desacuerdo fue un anciano quien dijo: La idea es buena pero ¿y quién le pone el cascabel?

Leyendo la prensa acerca del relleno sanitario El Panul, me hace recordar la historia mencionada. Para graficarlo, he aquí unos extractos de las declaraciones que distintos rato-personeros han efectuado, a propósito del problema de los malos olores que afecta a las poblaciones aledañas:  

a) Concejal Viveros: "Buscaremos la opción de hacer un estudio de suelo y de líquido..."

b) Consejera regional Gloria Torres: "he visto en terreno cómo se reciben los residuos… y, por lo tanto, creo que la estimación que tienen ellos para seguir trabajando es bastante más amplia de la inicial…".

d) Seremi de Salud: "...no vimos plagas al interior... vamos a fiscalizar a la Avícola..."

d) Diputado Núñez: "...vamos a dar a conocer la nueva ley de reciclaje..."

e) Presidenta de la Agrupación No Más Relleno: "...acá existen problemas también alrededor del relleno..."

Como se puede leer, nadie quiere tomar el cascabel. Ni soñar con atreverse a ponerlo. El gato-relleno, por su parte, nos tranquiliza diciendo: 

Gerencia : "Estamos estudiando la opción de contar con nueva tecnología..." “…en julio se estaría en condiciones de recibir un informe acerca de la factibilidad de…”

Surgen, entonces, interrogantes y especulaciones acerca del verdadero profesionalismo, ética y virtudes de quienes debieran, porque así se los exige la ley, cuidar los intereses y salud de los habitantes de Coquimbo.

Porque todo parece indicar que se aceptaría, contra todo criterio técnico, la extensión del funcionamiento del relleno, en el mismo lugar, hasta el año 2023.

La Gerencia de Panul S.A. astutamente ha dicho que - justo ahora que se cumple el plazo de funcionamiento- recibió un nuevo equipo triturador que mejora el tratamiento de los residuos; que -justo ahora en julio - estudiará la factibilidad, nótese el término, de abrir una planta de reciclaje el próximo año; que están abiertos - ahora- a recibir cualquier propuesta para el mejoramiento de la planta.

Pues bien, yo le digo -desde lejos a este gato malo - que su total falta de transparencia y real deseo de mejoramiento es demasiado notorio como para creerle: ¿dónde está el informe de manejo de residuos peligrosos, que también llegan al relleno? ¿dónde están los informes sobre el control de residuos lixiviados? Ni siquiera países tan avanzados como Canadá han podido majeralos adecuadamente. ¿Por qué a meses del término legal de la concesión vamos a creerle que instalarán una planta de reciclaje? ¿Por qué recién ahora hablan de instalar una planta de reutilización de gases mediante la construcción de una planta generadora de energía?

Son demasiadas las dudas y pocas las respuestas concretas. Por eso, desde aquí, como rato-ciudadano común y corriente, levanto el cascabel, no para ponérselo, sino para avisar a todos los ratones de Coquimbo que si no es juntos, nunca podremos alejar a tan indeseable gato. 

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