Un nuevo Día Mundial del Agua llega y la Región de Coquimbo muestra un escenario diametralmente distinto al de otras temporadas: los embalses muestran buenos niveles,  pero no olvidemos que la sequía sigue presente.  

Estamos en una situación más holgada, pero la escasez hídrica y el cambio climático son parte de una realidad que llegó para quedarse y que nos obliga como sanitaria a seguir en la senda del trabajo permanente.

Hace diez años estamos experimentando un cambio que cada vez es más abrupto y que nos desafía cada año a reforzar nuestro sistema productivo con nuevas fuentes, explorar y construir nuevos pozos de agua y comprar y arrendar más derechos de agua. Todo para mantener la continuidad del suministro.

Desde 2011 a la fecha hemos invertido y gastado más de $35.500  millones, sólo para paliar la sequía. Nuestro principal esfuerzo ha estado en aumentar nuestras fuentes subterráneas, que hoy representan el 64% de nuestra producción. 

También hemos hecho un gran esfuerzo para abordar episodios de lluvia y turbiedad extrema que nos obligan a paralizar nuestra producción para proteger nuestras plantas y redes y así evitar daños mayores. Es un trabajo silencioso, pero que presenta grandes avances. En 2017, por ejemplo, registramos cinco eventos de turbiedad y gracias a las acciones adoptadas hemos logrado evitar efectos en cuatro de ellos y acotar el restante. Además, hemos reforzado nuestras medidas de mitigación, pues entendemos que el servicio que prestamos es esencial para el día a día de nuestras comunidades.

No es un esfuerzo vano. Sabemos que todos los días los más de 231 mil hogares que atendemos en la región esperan contar con agua potable y saneamiento. Por eso, junto con reforzar nuestras fuentes, también estamos trabajando intensamente por elevar los estándares de servicio y adelantándonos al futuro.

Columna Andrés Nazer Vega, gerente regional de Aguas del Valle 

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