Recientemente el presidente Sebastián Piñera anunció una nueva propuesta de proyecto de ley la cual consiste en premiar a las familias que decidan tener hijos con la garantía de un plan de ahorro y acceso a los servicios básicos, sosteniendo que:
"Fomentaremos la ayuda cuando nace el bebé, garantizándole el acceso a la educación, servicios básicos y que la familia pueda ampliar su vivienda para acoger al nuevo integrante".
Esta idea surge debido a las inquietantes transformaciones demográficas que ocurren actualmente en el país, tales como la baja natalidad y el rápido envejecimiento de la población, lo cual trae consigo repercusiones en los diferentes ámbitos de la sociedad.
Países como Japón, Francia, Noruega, Italia, Alemania, entre otros, ya tienen instalada esa política con la finalidad de mantener y aumentar sus índices de natalidad, en los cuales el Estado expresa de manera clara las formas de apoyar a las familias al momento de tener hijos. Cabe mencionar que todos los países mencionados anteriormente son países desarrollados cuyo contexto político, social y económico son muy diferentes a los de Chile. Por lo cual el hecho de que esta política funcione en esos lugares no garantiza que en nuestro país, en donde las desigualdades son notables, sea del todo factible.
Como estudiantes de educación parvularia creemos que el problema de este proyecto radica en la deficiencia de las políticas públicas dirigidas tanto a la infancia como a la familias y los servicios básicos que éstas tienen a su disposición, como el acceso a salud, educación y vivienda, las cuales si bien existen, no logran cubrir a toda la población de las clases sociales más bajas y a quienes logran tenerlas no se les asegura la calidad. Según datos de la encuesta CASEN del año 2017 un 13,9% de niños, niñas y jóvenes viven en situación de pobreza por ingresos, mientras 22,9% viven en situación de pobreza multidimensional. Por ende consideramos que no es posible que se pueda anticipar la garantía del premio que propone el presidente Sebastián Piñera, ni mucho menos que sea de calidad.
Datos entregados por UNICEF, también nos informan sobre los más de 100.000 niños, niñas y jóvenes que viven en hogares del SENAME, esperando tener una mejor calidad de vida y una familia que los pueda adoptar.
Por otro lado, en este proyecto también podemos ver la sesgada visión que tiene el actual gobierno en cuanto a las infancias y a las familias. Respecto a los primeros, se les ve como seres incompletos, como los futuros adultos que llegarán a ser algún día y asumimos también, que se les relaciona con las funciones que cumplen los adultos dentro de la sociedad. En este proyecto se demuestra que no se piensa en los niños y niñas en sí, si no que se enfoca en aumentar la población sin resguardar la calidad de las necesidades de las actuales infancias. Respecto a las familias, asumimos que también se ven afectadas, en cuanto a las relaciones que estas establecen con los niños y niñas. El estado tiene la visión de estas como “obligadas” a tener hijos, omitiendo o ignorando otras posibilidades que conforman una familia, tales como personas que optan por adoptar, relaciones homoparentales, entre otras.
Sostenemos de esta manera que lo primordial en este momento es mejorar las condiciones en las que se desenvuelven los niños y niñas junto a sus familias, ya que ellos son quienes sufren las consecuencias de la precariedad de los servicios, cerrándoles así las puertas a un desarrollo óptimo adecuado a su edad.
Junto con esto, cambiar la visión que se tiene sobre la infancia, y que reciba importancia por lo que es como tal y no por lo que será, y dejar de lado los estereotipos que se tiene sobre las familias.
Entonces, ¿Cómo es posible pensar en crear un proyecto de ley que premie a las familias pensando en un futuro si aún no se arreglan las condiciones para mejorar la calidad de vida de los niños y niñas y sus familias en Chile?