En Chile, el próximo 23 de octubre hay elecciones municipales. Como ciudadanos, tenemos responsabilidad por quién votamos. Nuestra tarea es investigar un poco más, preocuparnos de conocer más a los candidatos.
En nuestra condición de electores, tenemos que hacernos preguntas básicas, como “qué ha demostrado este candidato en su trayectoria”, “qué promete”, y no fijarse sólo en los resultados sino en cómo va a cumplir.
Las municipalidades manejan presupuestos millonarios, hacen licitaciones, y en definitiva se han convertido en un foco importante donde ocurren hechos de corrupción, como los que hemos conocido en la prensa en el último tiempo.
De hecho, la Fiscalía Centro Norte lleva una indagatoria sobre los viajes al extranjero de concejales de distintos puntos del país, y de todos los colores políticos, la mayoría de las veces a paradisíacos resorts para asistir a “cursos”. Por estas capacitaciones se habrían gastado más de $8 mil millones entre 2014 y 2015, monto que está en la mira del Ministerio Público.
Otro elemento que ha salido a la luz es la gran cantidad de candidatos a alcalde con antecedentes judiciales, reproches de Contraloría o deudas morosas con el Estado. Y aunque resulte increíble, aspirantes con una hoja de vida manchada por hechos de corrupción ni siquiera están suspendidos, pueden repostular sin problemas y estarán en la papeleta en los próximos comicios. Incluso, hay 4 jefes edilicios formalizados que busca conservar el sillón municipal, y otros 2 destituidos que buscan volver al máximo cargo comunal.
Permítanme una comparación. Estuve recientemente en Argentina y el pasado Gobierno de Cristina Fernández sigue siendo todo un tema en la conversación de los porteños. La ex Presidenta se fue con una alta aprobación, pero a costa de la implementación de una máquina de subsidios (que la actual administración de Mauricio Macri se ha abocado a corregir), que tiene muchas aristas oscuras. En Brasil, en tanto, Dilma Rouseff fue destituida por maquillar las cuentas fiscales.
En ambos casos nos encontramos frente a ejemplos de gobernantes que apostaron todo al cumplimiento de sus objetivos, sin importar el “cómo”. Guardando las proporciones, a nivel municipal es lo mismo. La ciudadanía debe no sólo fijarse en las promesas, sino evaluar cómo las autoridades logran sus objetivos, sin olvidar que todos somos los ojos para escrutar cómo operan los políticos y también somos todos responsables de su elección.
