La Presidenta Michelle Bachelet rindió ante el Parlamento su última cuenta anual. Aunque hubo también anuncios, la ocasión sirvió, fundamentalmente, para realizar un balance de su gestión.Recordó el desafío que asumió al retornar al gobierno: un país que exigía una mejor distribución de los ingresos y donde los sectores más vulnerables y la clase media reclamaban apoyo del Estado contra contingencias tales como la vejez, el desempleo y la enfermedad.Y la Primera Mandataria fue enfática para valorar lo realizado. “No ha sido fácil, no ha sido perfecto” –dijo- pero sostuvo que “nos hemos atrevido a poner en marcha las transformaciones que comprometimos.”Detalló una serie muy extensa de materias de gran importancia, como una nueva Constitución, la reforma tributaria, el fin del binominal, la corrupción, la gratuidad, la despenalización de la interrupción del embarazo, y la unión civil. Asimismo, detalló los avances del Ejecutivo en materia energética, la capitalización de CODELCO, la explotación de litio y las obras públicas, como embalses, puertos y aeropuertos.La Presidenta Bachelet será recordada por su coraje para atreverse a hacer reformas largamente postergadas. Para poner en debate temas que no se discutían, como el aborto en tres causales o el matrimonio igualitario. Para avanzar en derechos sociales, como la gratuidad. Sus frutos probablemente los veremos en algunos años o décadas, pero sin duda dejarán huella.En ese sentido, fue potente su llamado a continuar con estos esfuerzos. Sus palabras finales fueron las de una líder. Señaló que es imprescindible la unidad de los demócratas progresistas para continuar con estas transformaciones.“Hemos puesto en marcha una historia y somos responsables ante el país de llevarla a cabo”, afirmó, recalcando la necesidad imperiosa de evitar volver a políticas donde impera la pura lógica de mercado, en que temas vitales como la educación, la salud o la vivienda pasan a ser bienes de consumo. 

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