El pasado 27 de marzo el TC declaro inconstitucional el artículo 63 del proyecto de ley, que “prohibía que instituciones con fines de lucro controlen las universidades e instituto de formación técnica”. Lo cual le dio el paso a que los contralores de las universidades puedan lucrar con la educación.

En efecto, este acto, fue un pleno reflejo del aprovechamiento del gobierno de Sebastián Piñera para lograr su cometido, solo hay que observar los que votaron a favor por el lucro en la educación superior: una de ella es María Luisa Braham quien fue antes jefa del gabinete presidencial del presidente Sebastián Piñera, al igual que Marisol Peña Torres fue asesora jurídica de la Secretaria General de la presidencia, Iván Aróstica, fue jefe de la División Jurídica del Ministerio del Interior, Cristian Letelier, ex diputado de la UDI, Ignacio Vázquez, quien también fue ministro del gobierno en el año 2012 y Juan Romero, nombrado por el senado. ¿Sera pura coincidencia?

En suma, hoy el tribunal constitucional, olvido la voluntad del pueblo, olvido la lucha de los movimientos sociales, se olvidó de la democracia. Se logro lo que siempre la minoría arribista, el interés individual, las universidades privadas han querido, lucrar con la educación, sonara triste, pero es algo que se sabía que en algún momento iba a pasar o mas bien pasaba solo que pocos nos dábamos cuenta. Lograron legitimar lo que han hecho desde siempre ver la educación como un negocio.

Por lo tanto, si somos un país democrático ¿Dónde está el valor público del TC? Entendiendo el valor público, como lo define Kelly y Muers, un valor que es definido en última instancia por el público mismo. El valor es determinado por las preferencias ciudadanas expresadas a través de una variedad de medios y reflejados a través de las decisiones de los propios mandantes. Algo que el presidente, la UDI y el tribunal constitucional no han hecho, resguardar los intereses de la ciudadanía, olvidando su fin: el bien común, cayendo principalmente en actos pocos democráticos, en el cual su único logro será la reprobación y el odio del pueblo chileno.

Por lo tanto, es necesario que el Estado Chileno comience a reformular, a pensar, planificar y dar la lucha sobre sus políticas públicas en materia educativa, para evitar lo que acaba de suceder, osino un nuevo movimiento estudiantil reflorecerá desde las tinieblas, exigiendo nuevamente el fin al lucro en la educación superior.

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