¿De qué depende su felicidad?

¿Leyó bien la pregunta? No estamos hablando solamente de la fuente de su felicidad, sino más bien de en qué, o en quién, ha confiado usted su felicidad. Además, podríamos preguntar, ¿cómo percibe usted la felicidad? ¿Cree usted que la felicidad es una consecuencia o una causa? ¿Cree usted que la felicidad se compra, viene sola o se logra?

Queremos ser felices, y esto de por sí no es malo. Cada minuto de nuestra vida, desde la primera infancia, ha sido una búsqueda por la satisfactoria felicidad. Pero, no nos referimos aquí a los momentos de felicidad, sino a la realización de la existencia humana en el contentamiento pleno. Sin duda alguna, todos queremos ser así de felices. Pero, esto se ha vuelto cada vez más difícil y elusivo. Vivimos en una sociedad de consumo, es decir, en una sociedad descontenta a menos que adquiera, compre, posea. Y considerando que jamás podremos tenerlo todo, la amargura es el resultado inevitable del materialismo ciego.

Sin embargo, la Biblia dice que podemos ser felices con las cosas más cotidianas que muchos desprecian, como el sustento diario para el cuerpo (Eclesiastés 2:24; 5:18), el matrimonio (9:9), y el trabajo (9:10), cuando nuestro proceder es agradable a Dios (Eclesiastés 9:7). Porque si estamos agradando a Dios con lo que hacemos, entonces nuestra conciencia libre de culpa puede recordar sin dolor y puede extenderse al futuro con esperanza. ¿No debiéramos revisar nuestra definición de "vida exitosa"? ¿seguiremos midiendo el éxito y la realización en términos monetarios?

Lo que realiza la vida humana es el temor de Dios y la obediencia a sus mandamientos. Salomón escribió: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Ecles. 12:13, LBLA). Todo en la vida será vacío e infructífero, a menos que reconozcamos que “hay un Dios en los cielos” (Dan. 2:28) y busquemos al único Dios verdadero con todo el corazón (1 Cron. 28:9).

Nadie puede realizarse sin Jesucristo, a quien Dios el Padre envió para nuestra salvación. Él es quien completa y realiza la vida humana. Una persona que obedece a Cristo, es una persona exitosa y feliz. El apóstol Pablo dijo, “…y vosotros estáis completos en él…” (Col. 2:10).

Usted puede ser una persona muy pobre y sin educación, un despreciado de la sociedad. Tal vez, usted puede recoger basura. Pero si usted busca a Dios y le obedece, su vida será un éxito y usted será feliz en Cristo a consecuencia de ello. Pero, no nos equivoquemos. La felicidad es una consecuencia a causa de una persona eterna, Cristo. Si usted busca la felicidad enfocándose en ella misma como un fin, jamás la encontrará, pero si usted busca a Cristo y le obedece, él le dará la felicidad perdurable, aquel contentamiento que tanto necesitamos como individuos y sociedad.

Autor

Imagen de Josué I. Hernández

Yo soy simplemente un cristiano, un discípulo de Jesucristo, y miembro del cuerpo del Señor, la iglesia, tal como se describe en el Nuevo Testamento (Mat. 16:18).

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