Cada día hemos visto como los efectos del terremoto y posterior tsunami se hacen más visibles. Pasar por la avenida Costanera de Coquimbo muestra cómo está la cosa. Por otro lado cuando uno conversa con los amigos de Canela o Salamanca, te cuentan cómo fueron afectadas las casas, escuelas, postas etc. Por suerte, la primera etapa la pasamos, pero ahora viene la parte más importante, que es la reconstrucción y mayor aún, preocuparnos de las personas que difícilmente podrán recomponer sus cosas. Esta es la pega de verdad, ya que lo que fueron las obras de limpieza de las ciudades y de apoyo urgente a las personas y familias afectadas estaría listo. La pega de verdad, significa no solo reconstruir casas, habilitar carreteras y caminos, reparar puentes, escuelas, canales de regadío, consultorios y demás temas de infraestructura siniestrados. Significa también que hay que realizar gestiones para que la gente que hoy perdió su empleo o que no puede ejercer su empresa, por pequeña que sea, reciba una ayuda solidaria del estado para solventar su diario vivir.
Así por ejemplo, una cosa va a ser reconstruir el terminal pesquero de Coquimbo o la caleta de pescadores de Peñuelas y otra cosa es asumir la responsabilidad subsidiaria que el estado tiene que tener con esos compatriotas que hoy difícilmente pueden asumir costos de luz, agua, comida, créditos etc. Ya se fue la tele y veo muy difícil que se pueda mostrar esa realidad que permita priorizar y sensibilizar a nuestras autoridades. Cuando todos los chilenos pagamos nuestros impuestos, una parte de ellos están destinados a fondos para catástrofes y ahora tenemos que tener fuerza y gestión para que el gobierno central los destine a ellos. Porque en definitiva quien representará a esos ciudadanos que difícilmente tendrán voz para comunicar sus desgracias. También se debe tener presente el drama que tendrán muchos otros, especialmente de clase media, que verán como las compañías de seguros les aplicarán la rigidez de la letra contenida en las pólizas de seguros para pagar sólo aquello que calce con lo dispuesto en ellas, las cuales muchas veces son solo conocidas respecto de su generalidad o bien de lo que le dicen los ejecutivos de las mismas empresas.
Acá no veo a nadie preocupado del tema, ni siquiera un comunicado de la Superintendencia de Valores y Seguros, que resguarde en terreno la problemática que se van a generar con este tema, porque no veo que cada asegurado tenga la capacidad económica para contratar a un profesional para que lo defienda y asesore. Para mí la cosa no se ve fácil y por ende nuestras autoridades tendrán que preocuparse de estos dramas reales de aquellos que hoy están sin nadie que los defienda o los asesore, porque en caso contrario todo lo que se haga por reconstruir materialmente la región se verá empañado por esta situación subjetiva que afecta a un grupo de personas que tendrán el drama de no poder generar los recursos para ellos y sus familias o bien que verán destruidos sus sueños de tener una casa propia digna y de calidad. Pido por favor que no nos quedemos en la pega material, sino que también nuestras autoridades se afanen en solucionar esos dramas personales que no se ven y que están y estarán latentes por largo tiempo.
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