• Los especialistas aseguran que no se le da la importancia adecuada al tema de la depresión infantil y que se requieren medidas urgentes.
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El Día
De acuerdo a cifras de la OMS, junto a Corea del Sur, Chile es el país que tiene la mayor tasa de suicidios debido a esta patología en menores. Sin embargo, según especialistas, el tema “está invisibilizado”, lo que redunda en que las familias no sean capaces de detectar las señales a tiempo. El caso del menor Francisco Javier Rojas (12) quien se quitó la vida en Pan De Azúcar la semana pasada, puso el tema sobre la mesa y los expertos entregan consejos a los padres para que tengan mejores herramientas si deben enfrentar situaciones de esta naturaleza.

Ha pasado poco más de una semana, pero aún no hay respuestas. La tarde del martes 24 de abril fue la más trágica para la familia Rojas Espinoza de Pan de Azúcar, Coquimbo.

Por motivos que se desconocen, el pequeño Francisco Javier, que cursaba séptimo básico en el colegio Pablo Neruda donde había llegado hace dos años proveniente de Vicuña, tomó la decisión de quitarse la vida, según informó la PDI, asfixiándose con una cuerda que ató en un arco de una cancha cercana que solía frecuentar.

SIN INDICIOS DE NADA.

No había dado ningún indicio. Ni en su familia, ni tampoco en el colegio donde estudiaba pudieron captar alguna señal que los alertara de la decisión que el niño iba a tomar. Por eso, la incertidumbre y el dolor fueron tan grandes.

La comunidad entera se mostró consternada y a través de las redes sociales manifestaron su apoyo a los más cercanos al pequeño Francisco mostrando su incredulidad por lo que estaba sucediendo. 

UNA REALIDAD OCULTA

La mayoría reparó en lo poco habitual de tragedias como esta. De hecho, el jefe de la Brigada de Homicidios de la PDI, expresó que “no había visto suicidios en niños tan pequeños”. Sin embargo, enfatizó en que era una realidad latente a la que había que estar atento. “El que no suceda con frecuencia no quiere decir que no pueda pasar”, dijo, enfático el subprefecto Cristián Lobos.

Y las cifras avalan sus dichos. Incluso, estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertan sobre las crecientes cifras de la depresión infantil asegurando que su prevalencia es similar a la de los adultos.

Según la OMS, un 3% los niños padece de este mal, lo que representa entre el 10 y el 15% de las consultas psiquiátricas infantiles en diferentes países del mundo.

Pero lo más grave sucede cuando no se puede controlar, como el caso del pequeño Francisco, y ocurren los suicidios. Aquí la Organización también es categórica al señalar que junto a Corea del Sur, Chile es uno de los países con la tasa más alta de niños que se quitan la vida entre los 12 y 18 años.

LO ESCENCIAL DE SENTIRSE QUERIDO.

Más allá de los números, lo cierto es que nadie ha encontrado la cura para la que es denominada “la enfermedad del alma”, pero especialistas intentan buscar explicaciones y poder orientar a familiares de niño que en algún momento de su vida padecen depresión y adoptan la más drástica de las decisiones.

La psicóloga de la Universidad Central, Carla Pizarro, ha visto con preocupación el tema y avala los estudios internacionales que ponen a la depresión infantil en los primeros lugares respecto a las patologías mentales de los niños.

Afirma que socialmente estas situaciones ven poco comunes debido a que muchas veces no se comentan y no llegan a tener las fatales consecuencias que tuvo el caso del menor coquimbano. “Lo que pasa es que nosotros como adultos no dimensionamos, o le bajamos el perfil a las emociones de los niños, y ese es un gran error”, comenta la especialista.

Coincide en que es difícil darse cuenta de las señales, pero siempre están ahí. Factores como los cambios de hábitos, humor y el ensimismamiento son cruciales para que los más cercanos puedan alertar de que algo está pasando con los menores.  

En esos  casos, según Pizarro, se debe hablar con el niño y ver la posibilidad de acudir a un especialista, pero lo más importante, señala, es hacerle sentir que no está solo en sus problemas. “Antes de llevar al niño al psicólogo, los padres deben cumplir con su rol. El menor tiene que sentir que lo que está viviendo a nivel personal también le afecta a sus familiares, y que cualquier decisión que vaya a tomar, como hacerse daño, no le afectará solamente a él, sino también a sus seres queridos”, explica la experta.

LOS FACTORES EXTERNOS COMO GATILLANTES.

Marisol Urrutia, también psicóloga de la UCN, se especializa en las conductas infantojuveniles. Ella enfatiza en la importancia de factores externos que en ese periodo de la vida pueden gatillar una depresión en un niño o un adolescente, cuando están buscando la validación del resto. En ese momento no encontrarla podría significar que tengan alteraciones severas en su estado de ánimo.

En ese sentido, precisa que el ámbito escolar, es uno de los ambientes que más influye en su  personalidad, por lo que hay que estar permanentemente monitoreando a los niños, sobre todo cuando con los índices de bullying van aumentando cada vez más en el país. “El tema del maltrato escolar es una realidad que no ha sido abordada de una manera integral en la políticas estatales. Y si bien el caso del pequeño de Coquimbo no corresponde a bullyng, sí es una realidad que afecta a muchos niños. Y lo que yo he visto hasta acá es que se castiga al que agrede y se deja ahí. Lo que se debe hacer es involucrar a todo el curso, a toda la comunidad educativa”, expresa Urrutia.

Eso sí, la especialista pone el acento en que “no todos los niños son iguales”, y que, por más que exista un grupo que enfrente distintas situaciones externas adversas, no todos caerán en una depresión. “Todo depende de la crianza, y el apoyo familiar”, asegura la psicóloga.

Y es en este punto donde también pone énfasis en el entorno y contención que los menores tengan en su casa con quienes conforma su grupo familiar. “Hay una cosa que se llama resiliencia, y hay algunos niños que la tienen más desarrollada que otros. Un menor que tenga estas herramientas, que tienen que ver con las enseñanzas y el apoyo que le dé el padre o la madre, estará mejor preparado para no verse influido en su ser interior cuando tenga que enfrentar factores externos que puedan hacerlo decaer”, sostiene Urrutia.

UN PROBLEMA “ARRAIGADO Y MUCHO MÁS QUE PSICOLÓGICO”.

“De una gran pena se puede sacar un gran motivación”. Con esta frase, Paulina Del Pilar se refiere a la Fundación José Ignacio, organización que preside y que creó luego que el 28 de marzo del 2004, su hijo de 20 años se quitara la vida.

Según explica, hoy están dedicados a brindar “contención y apoyo” a las familias que han perdido a un ser querido fundamentalmente a menores y jóvenes, ya que también coincide en que el Estado no se ha hecho cargo del problema de la depresión.

Asegura que vio señales, pero se percató de ellas cuando era demasiado tarde. “La enfermedad duró cinco meses, dijo que estaba deprimido. Fue al siquiatra, pero ni siquiera ellos pudieron leer lo que sentía y hasta que un día tomó la decisión”.

Vivió el proceso de pérdida muy sola, y con una sensación de culpa que la atormentaba, por eso inició la fundación, “en honor a él y para que ningún pase por lo que yo pasé. Por los doctores le bajaron el perfil, ya que en ese tiempo la enfermedad era más desconocida”, cuenta Paulina.

No le sorprenden las cifras, y asegura que “Chile cumple con las características para que se den estos índices. Crecemos en lo económico y perdemos el sentido de comunidad. Prácticamente nos olvidamos el uno del otro”, se lamenta.

El psicólogo clínico Gustavo Yuri coincide con la presidenta de la Fundación. Cree que “hay ausencia de comunidad”, y que los padres y madres hoy en día están abrumados por el trabajo. “Esto es propio de nuestra cultura y es tiempo de que nos hagamos cargo. Tenemos una cultura dominada por la depresión donde los niños, al igual que todos los organismos vivos, están vulnerables a la depresión”, expresa.

UN PANORAMA DESALENTADOR

Un panorama desalentador es el que vislumbra la psiquiatra infanto-juvenil de la Clínica de la Universidad de Los Andes, Andrea Aguirre. Lamenta el suicidio del pequeño Francisco Javier en Coquimbo y también las cifras de la Organización Mundial de La Salud, las que según dice “la sociedad chilena no quiere asumir y prefiere mantener ocultas”.

Dice no estar capacitada para dar una respuesta sobre el por qué los índices en Chile respecto al tema son tan altos, pero asegura que existen factores comunes que inciden en que los menores inicien sus pensamientos autodestructivos y en muchos casos tiene que ver con el consumo de drogas. “De acuerdo a nuestros estudios, hay una normalización extrema de la marihuana y del alcohol, y aquí podemos establecer cierta relación”, sostiene la profesional.

La experiencia le dice que siempre hay indicios cuando alguien cometerá suicidio, “pero depende de quién los esté observando” para poder hacer algo. “Hay que saber leer los movimientos de nuestros seres queridos”, asegura.

SUICIDIO Y DEPRESIÓN POR SEPARADO

Pese a que las cifras tanto del suicidio como de la depresión suelen ser proporcionales, la psiquiatra es de la teoría que no siempre están relacionadas. “Sobre todo en los niños, esto no se puede equiparar. Porque incluso, cuando un niño se quita la vida no necesariamente quiere decir que tiene la intención de suicidarse, sino que necesita manifestar algo y hay un mal manejo de la emoción. Un niño no va a decir ‘estoy angustiado’, simplemente va a llorar y se va angustiar, y lo que quieren no es suicidarse, sino que precisamente aliviar esa angustia”,  explica Aguirre, intentando develar lo que pasa por la cabeza de un niño que toma esta decisión, y lo que la motiva. Eso sí, dejando claro que mientras no se aborde “de manera transparente” y no “se trate de tapar una realidad latente”, poco se podrá hacer por mejorar. 4601iR

MEDIDAS DEL GOBIERNO.

Los números no son desconocidos por las autoridades. Por lo mismo, existe una mesa de trabajo sobre suicidio y salud mental en todas las regiones del país, enfocados específicamente en los estudiantes.

Según indica el seremi de Salud, el Alejandro García, quien lidera la labor preventiva en la zona, los esfuerzos en este sentido comenzaron el 2015 capacitando constantemente a los equipos de la red, así como también a los establecimientos educacionales, centrándose principalmente en las temáticas de la detección precoz de factores de riesgo  como son la depresión, trastornos del ánimo y consumo de alcohol entre otros. También el riesgo suicida y primera respuesta. “Dicho trabajo se ha facilitado gracias a la conformación de la Mesa Regional Intersectorial de Prevención de Suicidio en la población infanto-adolescente”, sostuvo el seremi.

Además, afirma García, desde el año 2017 se ha capacitado a  facilitadores comunitarios en Prevención de Suicidio en la Región de Coquimbo convocando a representantes de la Sociedad Civil, Consejo Asesor de la SEREMI de Salud , Grupos de Autoayuda en Psiquiatría Comunitaria de la Región de Coquimbo. “En dicha capacitación se han entregado herramientas para la detección precoz del riesgo suicida, y se han tratado las temáticas de mitos en torno al suicidio, contención emocional y primeros auxilios psicológicos”, precisó.

 

LA IMPORTANCIA DEL TRATAMIENTO CON FÁRMACOS

Pese a que hay diferentes fases, cuando la depresión se presenta debe ser tratada medicamente. Aunque previo a eso está la contención familiar, luego un tratamiento psicológico y luego el siquiátrico sin las otras dos fases no han dado resultados.

De acuerdo a la psiquiatra Andrea Aguirre, los medicamentos son fundamentales ya que “disminuyen los síntomas y generan una protección al sistema nerviosos central. Porque en la depresión hay circuitos que se alteran y muchas veces los síntomas son el resultado de la alteración de los circuitos. Por eso los tratamientos deben ser prolongados para que los circuitos vuelvan a la normalidad”.

 

 

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