• María Carolina Bravo llegó en mayo de este año a Chile proveniente de Venezuela junto a su esposo y pequeña hija. Se siente bendecida por estar en el país y recibir tratamiento, algo que en su país de origen sería muy complicado
  • En un plazo de siete meses, Nicolás Véliz fue diagnosticado con cáncer testicular, lo operaron y recibió cuatro ciclos de quimioterapia, los cuales culminaron en septiembre. Ahora estará en control médico cada dos meses para descartar presencia de focos tumorales y constatar que su estado de salud. Foto: Bastián Salfate
  • Daniela tiene a su esposo y es madre de dos hijos. Asegura que tiene muchos sueños por cumplir y quisiera trabajar en los proyectos que paró para curarse.
Crédito fotografía: 
Bastián Salfate / Paula Bordones / Cedidas
*Se estima que al menos el 5% de todos los tumores malignos se registran en personas del grupo etario que va de los 15 a los 29 años. Los más comunes son los líquidos como las leucemias y linfomas, mientras que en los sólidos, el de mama es el que más afecta a mujeres y el testicular a hombres. *La mortalidad de adultos jóvenes en la región es baja, sin embargo, el desafío es educar al personal médico encargado de la atención primaria para que, en caso de sospecha, la enfermedad sea detectada en etapas tempranas y el paciente reciba tratamiento lo más rápido posible.

Daniela Cortés de 26 años enfermó en agosto de 2016. Por un dolor recurrente en su mama decidió consultar con varios médicos que le insistieron en que se trataba de una mastitis aguda, pero lo que tenía era mucho más grave y requería de un rápido abordaje.

Lamentablemente, a esta joven le tomó casi un año saber que la aquejaba un cáncer de mama y unos meses más obtener un diagnóstico certero: su enfermedad es de tipo hormonal, lo que en un futuro podría generarle más tumores en otras partes del cuerpo.

En un primer momento, los especialistas descartaron que Daniela, al ser tan joven, pudiera tener un tumor maligno. Esa tardanza tuvo un costo muy alto para ella, pues tuvo que pasar por 18 ciclos de quimioterapia, someterse a una mastectomía y asistir a 25 sesiones de radioterapia en Valparaíso.

Así como le pasó a Daniela, se considera en primera instancia que la salud de los adultos jóvenes persistirá en el tiempo y si se llegan a enfermar, resulta poco creíble que el diagnóstico sea cáncer, el cual genera una propagación descontrolada de células que invaden y destruyen tejidos, facilita el crecimiento de tumores y que amenaza con diseminarse a otras partes del cuerpo.

Lamentablemente este padecimiento no distingue edades, géneros, condiciones económicas o sociales. Y aunque sea difícil de aceptar, todos estamos expuestos a distintos factores ya sean hereditarios, de alimentación o ambientales que posibilitan su desarrollo.

ENFRENTAR LA ENFERMEDAD

Desde el punto vista emocional y familiar, enterarse del diagnóstico de cáncer supone un impacto muy grande, especialmente si es un adulto joven el afectado, asegura la jefa de la Unidad de Hemato Oncología del Hospital de La Serena, Luisa Morales.

“No es fácil ni para los jóvenes ni para los de mayor edad, sin embargo en edades tempranas de la vida es poco creíble tener cáncer (…) afortunadamente en jóvenes no son tan frecuentes”, dice la especialista.

Morales insiste en la importancia de la educación de los médicos encargados de la atención primaria, porque son quienes reciben inicialmente a los pacientes y, en caso de sospechar, deben hacer preguntas sobre los antecedentes familiares.

El personal encargado de aplicar las quimioterapias en el Hospital de La Serena es pequeño, pero según dicen los propios pacientes, son diligentes y sensibles a la hora de atender sus requerimientos.

“Cuando se presenta en edades tempranas es porque hay un componente familiar y también influye el sospechar la enfermedad por parte del personal de salud para luego derivar al especialista”, agrega.

7 Pacientes jóvenes mueren en promedio al año por algún tipo de cáncer en la región, según las últimas estadísticas divulgadas, del año 2014.

LOS MÁS FRECUENTES

Marvila Intriago, encargada de Oncología Regional del Servicio de Salud de Coquimbo, reitera que esta enfermedad en pacientes jóvenes es poco común, pues solo el 5% de todos los cánceres ocurren entre el grupo etario que va desde los 15 a los 29 años.

Reconoce que como hematóloga tiene que ver la mayor incidencia, porque en adultos jóvenes son más frecuentes los tumores líquidos como las leucemias o linfomas, -tumores de los ganglios-.

“Los cuadros clínicos que presentan son muy floridos y sintomáticos. Son masas que crecen rápidamente y eso obliga a los jóvenes a consultar, además tienen buen pronóstico de recuperación”, reitera.

Por otra parte, el cáncer de testículos es el tumor sólido (neoplasia) más frecuente entre los jóvenes. En contraste, su incidencia es baja pues se registran 5 casos por cada 100 mil habitantes, explica la oncóloga Luisa Morales. En el caso de las mujeres es el de mamas.

“Les pedimos que confíen en que la red pública va a funcionar, porque a veces se gastan lo que no tienen en el extra sistema y luego vuelven cuando ya es un poco tarde”

Marvila Intriago, encargada de Oncología Regional del Servicio de Salud de Coquimbo.

En base a los datos regionales, Intriago precisa que la mortalidad en este grupo etario es de aproximadamente 7 pacientes al año, tomando en cuenta las estadísticas del año 2014. El de testículos, los linfomas y las leucemias agudas son los que lideran la lista.

“Si uno trata a los pacientes y los deriva a tiempo no debieran fallecer, obviamente es más fácil para una persona joven consultar, porque ellos están un poco más preocupados, o sus padres si son adolescentes entre 15 y 19 años”, añade.

La especialista reveló que entre los adultos jóvenes mueren más varones que mujeres. Uno de los factores sería que ellos consultan menos al sentir cualquier molestia, mientras que las féminas se preocupan más.  

“No es fácil ni para los pacientes jóvenes ni para los de mayor edad, sin embargo en edades tempranas de la vida es poco creíble tener cáncer”

Luisa Morales, jefa de la Unidad de Hemato Oncología del Hospital de La Serena

Consultadas por la complejidad de mantenerlos con adherencia al tratamiento y a los controles, que generalmente se extienden por un período de cinco años, las especialistas indican que es más complejo con jóvenes que con personas de otras edades, porque se olvidan de ir o se ocupan en otras cosas.   

“A veces nos cuesta un poco y tenemos que estarlos llamando e insistiendo con ellos. El tratamiento cambia las expectativas de vida y es altamente costoso, entonces parte de la estrategia, aparte de explicarles su enfermedad y pronóstico, es recordarles lo que se invierte en ellos para que tomen un poco de conciencia y puedan seguir su tratamiento”,  resaltan.

ASUMIR EL DIAGNÓSTICO

El Día conversó con tres jóvenes en la región que debieron enfrentar el diagnóstico de cáncer. Sus vidas dieron un giro de 180 grados, colocaron en pausa a sus planes inmediatos y emprendieron una búsqueda de médicos, centros de salud y opciones para poder sanar.

Todos reciben tratamiento de manera gratuita en el hospital de La Serena y coinciden en que el apoyo de los seres más queridos es vital para continuar.

Aunque no saben lo que les depara el futuro en cuanto a su salud, seguirán esforzándose para seguir adelante. 

Estas son sus historias:

Daniela Cortés, 26 años, cáncer de mama

“Con el pasar del tiempo asumo mejor lo que ha pasado”

En octubre de 2017 entrevistamos por primera vez a Daniela Cortés en el Hospital de La Serena. Una joven hermosa, de gran sonrisa y ojos expresivos recibía uno de los 18 ciclos de quimioterapia aprobados por el personal médico para tratar un cáncer de mama luego de más de un año de incertidumbre y malos diagnósticos que hicieron que la enfermedad avanzara.

Ya para ese tiempo, sabía que debía someterse a una mastectomía y eso la generaba mucho desánimo. Este año, la joven de 26 años culminó las quimioterapias, fue operada el 16 de abril y tuvo que asistir a sesiones de radioterapia en el hospital de Valparaíso.

Detalla que en la operación le extirparon una mama completa y le sacaron ganglios de muchas partes del cuerpo. En la biopsia, los especialistas descubrieron que el cáncer que presenta es del tipo hormonal, por lo que deberá tomar quimioterapia oral durante cinco años.

“(…) El hecho de que la pechuga ya no está te afecta harto, el que se te caiga el pelo, las pestañas, todas esas cosas apenan. Es un desgaste físico que uno tiene porque esto (la quimioterapia) es una droga, y con las radioterapias, aunque fue menos invasivo, me hizo harto daño en la piel, de hecho estoy con quemaduras en la zona que me radiaron”, cuenta Daniela.

Entre los meses de agosto y septiembre la joven fue a Valparaíso y se quedó en una residencia de la Corporación Nacional del Cáncer (CONAC) donde se ahorró la estadía y la comida para recibir sin contratiempos 25 radioterapias en el hospital Carlos Van Buren, ubicado a media cuadra de este hogar sin fines de lucro.

Allá, estando sola, Daniela señala que tuvo tiempo de reflexionar sobre su enfermedad. 

“De verdad que no me estaba preocupando por mí,  siempre estaban primero los demás y después si venía yo. En ese hogar uno comparte con personas que están pasando por lo mismo, te das cuenta que hay gente que está peor, y fue ahí que sentí el apoyo real, porque son muchos los que te dicen que lo vas a superar, pero es muy distinto que te lo exprese alguien que lo ha vivido. En ese hogar todos estábamos en la misma parada y nos acompañábamos”, expresa.

Daniela asegura que volvió a La Serena con otra mentalidad y decidida a retomar los proyectos que postergó por atender su salud.

“Tengo ganas de hacer todo lo que me quedó en espera durante este tiempo, pero sé que igual me detiene un poco esta enfermedad (…) A veces pensaba que todo era como un mal sueño del que iba a despertar, pero ahora ya lo asimilo todo de mejor manera”, apunta.

 

“A veces pensaba que todo era un mal sueño del que iba a despertar, pero ahora ya lo asimilo todo de mejor manera”

 Daniela Cortés, paciente de 26 años con cáncer de mama

Hace un año, Daniela dejó en claro su decepción con el sistema público al no haber tenido, a su juicio, la capacidad de hacerle el
diagnóstico a tiempo, ya que pasaron varios meses antes de saber que tenía cáncer de mama. Ahora, comenta, que todo este proceso
le ha ayudado a pensar más en ella. Foto: Cedida
 

María Carolina Bravo, 27 años, disgerminoma

“La noticia es muy dura de aceptar cuando eres joven”

Si bien para nadie es fácil afrontar un diagnóstico como el cáncer, existen casos más complejos que otros. La historia de María Carolina Bravo es particularmente fuerte, aunque ella considera que tiene una gran suerte de recibir tratamiento en Chile.

Sabe que en su natal Venezuela no habría tenido la misma oportunidad por la crisis económica, política y social que allá se vive.

La joven de 27 años llegó en mayo de este año junto a su esposo e hija de dos años a La Serena. Justo un día antes del viaje le entregaron la visa de Responsabilidad Democrática, por lo que ingresó al país con sus papeles al día.

Sin embargo, sus problemas de salud habían comenzado un tiempo atrás, cuando sintió un dolor cerca del riñón.

“En la ecografía que me hicieron salió que tenía una masa en el ovario, pero no sabían si era un mioma, entonces decidieron operarme para sacarlo. Posteriormente, la biopsia indicó que era un disgerminoma. Los médicos me dijeron que estaba encapsulado, prácticamente controlado y que yo me podía venir (a Chile)”, comenta.

Con las esperanzas de una mejor vida, María Carolina emprendió el viaje junto a su familia. Pero la tranquilidad les duró poco, ya que a las dos semanas la joven comenzó a sentir los mismos dolores y se enfrentaba nuevamente a la enfermedad, esta vez, en un país ajeno.

“Comenzamos a investigar qué podíamos hacer. Me hicieron una revisión médica en la que descubrieron dos masas retroperitoneales entre el páncreas y el hígado que ya no tenían que ver con la del ovario, pero al parecer todo viene desde ahí”, dice.

Los resultados del escáner que le realizaron a la joven comprobaron que se trataba del mismo cáncer, por lo que comenzó cuatro ciclos de quimioterapia en el Hospital de La Serena.

“No es fácil aceptar la situación como tal porque vienes de un lugar donde te dijeron que todo estaba bien, llegas acá y el diagnóstico confunde. Luego de las quimioterapias los médicos evaluarán si me operan o no, aunque la idea es que me saquen el otro ovario para evitar”,  sostiene.

Para María Carolina la atención médica ha sido gratuita. Expuso su caso a la Asistencia Social, ya que no tenía como pagar los exámenes y afortunadamente le prestaron todo el apoyo. También manifiesta estar agradecida con el personal del hospital, donde la han tratado bien.

“Realmente la noticia es muy dura y difícil de aceptar, porque pensamos que estamos jóvenes y la gran pregunta es por qué pasa, pero con el mejor ánimo estamos afrontándolo. Confiamos en Dios y creemos que esta etapa pronto va a terminar para seguir con nuestros planes como familia”, expresa. 

Por último, destaca el respaldo recibido por algunos chilenos, como los jefes de su esposo, entre otras personas que cuidaron de su bebé mientras estuvo hospitalizada en el primer ciclo de quimioterapias, e incluso de los que ayudaron a pagar el pasaje para que su mamá viajara desde Venezuela hasta la región.

“De verdad que han sido maravillosos con nosotros”, recalca María Carolina.

 

“Confiamos en que esta etapa pronto va a terminar para seguir con nuestros planes como familia”

 María Carolina Bravo, paciente de 27 años con disgerminoma

La joven venezolana pudo acceder a cuatro ciclos de quimioterapia en el Hospital de La Serena y aún no sabe si la van a operar. Se siente infinitamente agradecida por el trato de los chilenos que sin conocerla, se han preocupado por ayudarla. 

 

Nicolás Véliz, 24 años, cáncer testicular

“Estar rodeados de personas queridas y no quedarse con un sola opinión es primordial”

El técnico en enfermería Nicolás Véliz sintió una molestia en el testículo derecho a mediados de febrero mientras se encontraba trabajando. Pensó que se había golpeado y que al otro día el dolor iba a pasar, pero no fue así. De hecho, aumentó.

“(…) Fui a urgencias porque ya iba con aumento de volumen y allí me dijeron que era una infección, que con antibiótico se me iba a pasar, pero a la semana siguiente seguía aumentando”, narra el joven.

Tras conseguirse una orden, a principios de marzo se sometió a un eco testicular y luego de una semana le informaron que tenía un tumor cancerígeno. Nicolás constató el diagnóstico con un urólogo de una clínica privada, inició los trámites para ingresar a las Garantías Explícitas de Salud (AUGE-GES) y a buscar opciones para operarse.

“Consulté en el hospital de Coquimbo, en el hospital de La Serena y en otra clínica de la zona. Fue aquí en el hospital de La Serena donde me salió primero y entré a pabellón el 27 de marzo, a la semana siguiente de haber tenido el primer control”, detalla.

Durante la etapa de recuperación, el joven tuvo que hacerse un nuevo escáner el cual descartó algún foco de tumor en otra parte del cuerpo. En contraste, los exámenes de sangre sí salieron alterados y por esto el comité de oncología del hospital decidió que Nicolás recibiera cuatro ciclos de quimioterapia, que iniciaron la primera semana de junio.

“Encuentro que yo lo toleré bien porque de todo el tiempo que estuve en quimioterapia no presenté ningún vomito. La doctora igual decía eso, que yo era el primero que no presentaba ningún síntoma adverso después de la quimio. Las finalicé la primera semana de septiembre”, precisa.

Pese a su buena respuesta al tratamiento, Nicolás confiesa que hay momentos complicados, como cuando se ven los cambios drásticos en el cuerpo: la caída del cabello, pérdida de peso, las marcas y las uñas moradas.  “Verse al espejo es chocante”, afirma.

Sin embargo, el joven se centra en lo positivo, como en el apoyo familiar y el de su pareja, pues lo acompañaron en todo el proceso, y asegura que ahora valora mucho más las cosas.

“Más que nada es eso, estar rodeado de las personas que uno quiere. Tratar de hacer todo lo  más rápido posible y no quedarse con que el malestar va a pasar porque el cuerpo da señales. También hay que seguir consultando para tener más posibilidades de eliminar por completo la enfermedad y salir adelante”, insiste.

Cada dos meses, Nicolás asiste a control en el hospital para que revisen sus exámenes y ver si se presentan otros focos tumorales. Y en el plano personal, una de las cosas que más desea es ser papá. “A pesar de todo, espero que resulte”,  reflexiona.

 

“Hay que tratar de hacer todo lo  más rápido posible y no quedarse con que el malestar va a pasar porque el cuerpo da señales”

Nicolás Véliz, paciente de 24 años con cáncer testicular

Nicolás confiesa que el esfuerzo por curarse no es solo por él, sino por las personas que más lo quieren y se preocupan por él. 
 

TRATAMIENTOS DISPONIBLES

El hospital de La Serena es considerado el polo de desarrollo oncológico en la región, recuerda Marvila Intriago. En este centro de salud realizan cirugías, aplican quimioterapia, hormonoterapia e inmunoterapia.

Por otra parte, los que requieren radioterapia son derivados al hospital Carlos van Buren de Valparaíso, aunque ya existe un proyecto para ofrecer este servicio en la región a partir del año 2020.

En tanto, aquellos que son diagnosticados con linfomas o leucemias agudas, reciben tratamiento en el Hospital del Salvador en Santiago.

Para agilizar la atención y tratar a pacientes con estos tipos de cáncer, se está elaborando un proyecto de hematología intensiva en la zona, informa Intriago.

“Estamos tratando elevar nuestro proyecto  para poder atender a la mayoría de los adultos con cáncer, entiéndase de 15 años en adelante, de manera que no tengan que ser derivados a ninguna otra región”, plantea. 

 

RECOMENDACIONES

  • Ante cualquier síntoma es importante consultar, sobre todo cuando se presentan  tumores sólidos
  • La mayoría de las veces el cáncer tiene oportunidad de tratamiento
  • Consultar e informarse de los servicios, exámenes y tratamientos que se aplican en la región.

 

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