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Lautaro Carmona
Según el último trimestre móvil mayo-julio, el segmento entre 15 y 29 años alcanza un 20,5% de desempleo, muy superior al 9,9% regional. Si bien, la cifra es mejor que la registrada a igual periodo del año pasado en pleno peak de la pandemia (26,9%), preocupan ciertas barreras que ralentizan la recuperación laboral de este grupo etario.

Victoria Vega es una joven ovallina egresada de la carrera de ingeniería en administración de empresas de Inacap de La Serena.

Con su práctica profesional completada en junio del año pasado, esta joven profesional no lo ha tenido fácil para encontrar un empleo estable. Más bien, desde ese momento a la fecha, se podría decir que no ha podido ejercer su profesión ante la falta de oferta laboral, justo cuando la peor parte de la pandemia arreciaba.

Victoria explica que desde que ese mismo momento, “a través de diferentes plataformas de internet he tirado currículums, incluso cuando veo publicaciones de que necesitan gente he mandado. Pero aún no me ha salido nada”.

En ese sentido dice, sus intentos de buscar trabajo han apuntado a diferentes empleos “desde cosas que tienen que ver con mi carrera, por ejemplo, a aquellas que tienen que ver con mi especialidad que es de recursos humanos. Por eso he tirado currículums a departamentos de recursos humanos en minería, en retail, y en otros sectores, pero nada. Por otro lado, he probado con otros empleos como cajeras, vendedoras, cosas que no tienen que ver con mi carrera. Pero tampoco pasa nada”.

En medio de este panorama, Victoria decidió estudiar una segunda carrera –ingeniería comercial – ya que su centro de estudios le daba esa posibilidad. La idea es ganar un mayor plus profesional explica, pero también porque debido a la pandemia “vi que había súper poca pega la verdad”.

Y es que para ella uno de los grandes problemas que ha debido enfrentar tiene que ver con dos situaciones muy comunes a las que se debe enfrentar los trabajadores más jóvenes: experiencia y calificación laboral.

“Lo que pasa es que cuando tiro currículums para lo que está relacionado con mi carrera piden los años de experiencia y yo obviamente no cumplo, porque siempre son de tres años a más. Y cuando son para cargos de cajeras o vendedoras de ciertos productos, mi currículum está sobrecalificado, porque ellos no buscan personas con título profesional para ese tipo de pegas”, señala.

 “Mi carta ahora es terminar mi carrera de ingeniería comercial, hacer mi práctica profesional en alguna empresa y cruzando los dedos y haciendo una buena práctica, ojalá quedarme a trabajar en la empresa. Pero eso ya sería en febrero de 2022. Casi un año más sin un trabajo de manera oficial”, relata.

 

Una cifra que preocupa

La historia de Victoria es una que se repite por miles por estos días en la región, y en general, en todo el país.

Según la última Encuesta Nacional de Empleo publicada por el INE, la tasa de desocupación regional correspondiente al trimestre móvil mayo-julio alcanzó el 9,9%, en lo que ya es su quinta baja consecutiva. No obstante, al desglosar las cifras por grupos etarios, se alcanza a ver que el desempleo supera con creces a los niveles observados en otros segmentos de población en la Región de Coquimbo.

Así, en el grupo de Adultos (30-59 años), el desempleo llegó al 8,2%, mientras que en los mayores de 60 años, se alcanzó el 2,7%. Por el contrario, en el tramo de edad que va entre los 15 y 29 años, la tasa de desempleo alcanza el 20,5%.

Así lo advertía en estas mismas páginas, el director de la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Norte, Pablo Pinto, quien señaló que la tasa de desempleo juvenil “es la única que aún no ha logrado recuperarse de manera consistente, porque para todos los grupos etarios las cifras se han ido recuperando”.

Respecto a los jóvenes que se encuentran inactivos, los estudios, salud y motivos familiares son las principales razones que esgrimen para no buscar una fuente laboral.

Para analizar esta situación, María Jesús García Huidobro, gerente de marketing de Laborum, señala que se debe partir teniendo en cuenta que los jóvenes “históricamente han sido excluidos del mundo laboral y tienen múltiples barreras de entrada. Si bien es cierto que la pandemia ha sido un factor en la incidencia de la tasa de desempleo para este grupo etario, también lo ha sido para la población en general”.

Al respecto cita un informe reciente de la OCDE publicado en marzo de este año, donde el desempleo juvenil de Chile fue el cuarto más alto entre los países de la organización en el primer trimestre. Ante ello dice, “es fundamental replantearse cómo acercar a los jóvenes al mundo laboral desde los inicios de sus estudios superiores, que lo conozcan, que las universidades entiendan las necesidades y expectativa de las empresas respecto a los futuros profesionales, adaptar las mallas curriculares para permitir que más jóvenes puedan estudiar y trabajar en paralelo como ocurre en otros países, realizar pasantías, además de entregar herramientas que fomenten su madurez laboral. Es importante alinear expectativas y realidad de los estudiantes respecto a sus carreras laborales”.

 

Barreras

En este punto, cabe recordar uno de las limitaciones con las que se encontraba nuestra entrevistada, Victoria Vega, cuando intentaba buscar trabajo: falta de experiencia por un lado, o sobrecalificación por el otro.

Al respecto, la ejecutiva de Laborum sostiene que las empresas saben que contratar a un joven sin experiencia requiere de un proceso de inducción y acompañamiento. Esto requiere de una inversión importante y en muchos casos no se dispone de los recursos necesarios, por lo que la preferencia será una persona con experiencia laboral.

Por lo mismo dice, “lo recomendable es que los jóvenes, desde su etapa estudiantil, puedan llegar a sus primeros empleos con la mayor cantidad de competencias o habilidades psicoemocionales para hacer este proceso lo más rápido y efectivo posible”.

Pero, ¿y qué pasa con aquellos que no tienen experiencia?

Al respecto, se recomienda potenciar sus CV y destacando sus cualidades, así como también experiencias y estudios y conocimientos anexos a los adquiridos durante la universidad.

“Para los jóvenes que no han tenido la oportunidad de trabajar, es importante recalcar que una manera de enfrentar las competencias del mercado laboral es realizar cursos y capacitaciones. Hoy en el contexto de pandemia una manera de poder hacerlo es de forma online, para así aprender y explorar nuevas áreas de conocimiento, las que son altamente valoradas en el mercado”, señala María Jesús García Huidobro.

 

Acciones del estado

Conscientes de la situación de mayor precariedad de los grupos más jóvenes, desde el ejecutivo se han diseñado una batería de medidas para ir en auxilio de los grupos más postergados producto de la pandemia con el objetivo de incentivar la contratación de mano de obra, apuntando precisamente a mujeres y jóvenes.

Al respecto, el seremi del Trabajo, Matías Villalobos, señaló que tanto el Subsidio al Empleo como el IFE Laboral poseen un incentivo extra que va justamente en esa dirección.

“El Subsidio Contrata, donde es el empleador que utiliza el beneficio, considera un incentivo de un 65% de la remuneración mensual imponible, con un tope de 290 mil pesos, justamente para favorecer la contratación de jóvenes, mujeres y trabajadores en situación de discapacidad. Por su parte, el IFE Laboral también se enfoca en este grupo de trabajadores considerando un aporte de un 60% de la Remuneración Bruta Mensual, con tope de 250 mil pesos mensuales, es decir, una bonificación de un 10% más sobre el grupo más amplio de trabajadores considerados en el segmento de Hombres mayores de 24 y menores de 55 años”, señaló.

También está disponible el Subsidio al Empleo Joven, que permite a mujeres y hombres trabajadores (de 18 a 24 años), pertenecientes a un grupo familiar del 40% de menores ingresos o mayor vulnerabilidad socioeconómica, según el Registro Social de Hogares, y de una renta bruta inferior a 501.545 pesos, postular a un beneficio monetario que se paga mensual o anualmente.

 

¿Recuperación?

Frente a una situación de mayor precariedad, ¿hay algún espacio de mejora para los grupos más jóvenes en los meses que vienen?

Según Cristian Morales, académico y director del Magister en Administración de la Escuela de Ciencias Empresariales de la UCN, sí. O al menos, así lo indican las cifras.

De hecho, la cifra de desempleo juvenil actual es menor a la registrada a igual periodo del año pasado (26,9%).

“En estricto rigor, hay 6 mil ocupados más en este segmento. De hecho es la categoría que más creció dentro del promedio de la región”, sostiene el académico. En esa línea, a juicio de Morales, las cifras “van en una línea de franca recuperación”.

Desde la perspectiva del académico, los segmentos más jóvenes están comenzando a salir a buscar trabajo, destacando que “alrededor de mil jóvenes salieron a buscar una fuente laboral por primera vez en la región en comparación con el trimestre móvil mayo-julio del año 2020. De esos, la mayor parte son hombres. De alguna forma se está viendo que hay más trabajo, y se está saliendo por tanto, a buscar más puestos laborales”.

Morales explica que en términos porcentuales, en promedio en la región hay un 10% más de ocupados, pero esa cifra en los jóvenes creció en un 13%.

Por ello, insistió en que si bien la tasa de desempleo juvenil es mayor que en otros grupos etarios, “muestra una disminución importante y va en vías de recuperación”.

 

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