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La profesional, quien el año pasado fue elegida para diseñar la base de exploración de un importante centro de investigación europeo entregó claves sobre hacia dónde, a su juicio, debiese encaminarse esta técnica.

Nacida en La Serena en abril de 1980, Cecilia Vera hizo sus estudios medios en el Colegio Inglés Católico de La Serena. Posteriormente, estudió Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica, obtuvo el doble titulo y Master de Architettura per il progetto en el Politecnico di Torino, Italia y el diploma de arquitectura sustentable en la PUC. Asimismo, en el 2017 cursa diplomada en Sistemas de Información Geográfica de la PUC.

Actualmente se desarrolla como arquitecta independiente en su firma IWAL, ubicada en la ciudad de Santiago. El año recién pasado fue elegida para diseñar la base de la expedición francesa Centre Terre “Última Patagonia 2017” a la isla Madre de Dios, situada en la Patagonia chilena.

¿Cómo se dio la oportunidad para poder trabajar en un proyecto de esta envergadura?

“La oportunidad de trabajar en el desarrollo del proyecto de la Base Científica UP2017, vino gracias a la amistad de mi socia Cristina Ibars con una de las integrantes de la expedición. A través de ella, pudimos hacer una pequeña asesoría gráfica del campo base de la expedición UP2014, para que les fuera más fácil encontrar patrocinadores, al mostrar imágenes más profesionales. Conocer el proyecto, nos dejo enganchadas y desde entonces seguimos con mucho detalle la evolución de Centre Terre. Cuando a mediados de 2015, se confirmó la expedición UP2017, insistimos en realizar un proyecto arquitectónico profesional que garantizara una mayor durabilidad y confort. Los responsables de Centre Terre, aceptaron y a finales de 2015 empezamos a recabar información sobre las expediciones pasadas, con el fin de tomar en consideración los errores y aciertos de todos los años de experiencia de Centre Terre en este tipo de expediciones, y elaborar una propuesta propia”.

¿En qué consistió el proyecto y cuál fue específicamente su labor?

“El proyecto consistió en diseñar y construir una base logística para albergar las actividades comunes de la expedición a Madre de Dios. Un lugar para actividades; reuniones, trabajo de escritorio de los científicos, preparar comida, comer, secar ropa, ducharse, incluso la reparación de una lancha zodiac o situar una camilla en caso de accidentes, etc. Es fundamental para la moral del equipo, en un sitio de características climáticas tan hostiles, tener un lugar cómodo que te permita recuperar fuerzas para seguir explorando. Nuestro estudio de arquitectura estuvo a cargo de desarrollar una propuesta de arquitectura sustentable, de rápido armado y  muy bajo costo, ya que Centre Terre es una institución independiente que se autofinancia las expediciones. Una vez determinado el diseño, desde mi oficina, coordinamos la colaboración con otros especialistas, como Macarena Burdiles, Arquitecta UC con quien realizamos un curso electivo en la Universidad Católica sobre Diseño en Zonas geográficas extremas, tomando el caso de la expedición de Centre Terre del 2014. En esta asignatura, los alumnos de arquitectura tenían que diseñar un modulo habitable. Fue una bonita experiencia porque salieron proyectos muy interesantes y propositivos pero lo cierto es que fomentamos más un ejercicio teórico que práctico, ya que las limitaciones de la realidad son mucho más restrictivas. También colaboró Francisco Milla, ingeniero estructural UC, con quien diseñamos unas fundaciones específicamente para la Base Logística UP2017, que se adaptaban a diferentes alturas para salvar las diferencias de desnivel en un terreno irregular y a la vez intervenir lo menos posible el terreno de manera que nuestra huella en la tierra fuera lo menos invasiva posible”

¿Qué puede comentar acerca de lo específicamente técnico del proyecto?

“Es interesante mencionar que gran parte de la estructura de madera utilizada en la Base Logística UP2017, provienen del pabellón temporal que conmemoró los 120 años de la Escuela de Arquitectura UC de Sebastián Irarrázabal y que la Escuela de Arquitectura UC, nos donó para este proyecto. En este sentido, el concepto de arquitectura sustentable, no solo se empleó en el diseño sino también en la construcción, reciclando una obra previa lo que permitió alargar el ciclo de vida de unas maderas que se daban por perdidas. A nivel diseño el reto de reutilizar las estructuras pensadas para otra instalación, nos obligó a realizar un minucioso trabajo de adaptación con muy poco margen de error, tanto por el número de estructuras sin daños que pudimos recuperar, como por las diferencia de lógica constructiva que seguía cada proyecto. Sin embargo tuvimos la suerte de poder recuperar las estructuras suficientes para levantar los 40mts2 de Base Científica y adaptarlas al nuevo diseño. Con el fin de ser más eficientes en los tiempos de construcción, algunas estructuras se pre-armaron en Santiago, de manera que en la Isla fuéramos más rápidos construyendo. Esta estrategia nos permitió construir la Base Científica en 8 días bajo unas condiciones meteorológicas muy duras y con un equipo de 7-8 personas, que pese a tener habilidades constructivas, no son constructores profesionales”.     

¿Cómo ve el estado actual de la arquitectura latinoamericana y chilena en relación al resto del mundo?

“La arquitectura chilena tiene una identidad propia muy interesante con una relación muy estrecha con los materiales locales y la sustentabilidad, que en este momento está siendo claramente vista desde fuera, prueba de ello es que el año pasado Alejandro Aravena ganó el prestigioso premio Pritzker. Pese a este reconocimiento que ha servido para posicionar nuestra arquitectura internacionalmente, lo cierto es que creo que aquí en Chile, aun falta que los inversores se atrevan más a invertir en este tipo de arquitectura más identitaria o de autor. La identidad de un país o una cultura, también está en la arquitectura y en la actualidad, creo que estamos perdiendo esa posibilidad de expresar eso a través del legado construido que dejaremos a las generaciones futuras”.

En el último tiempo, hemos sido testigos como cada vez más estamentos se suman a la corriente sustentable en distintas disciplinas. Por razones obvias, la arquitectura es una de ellas y tal vez una de las más importantes.

En este sentido, ¿cómo se valora el impacto que dicha tendencia -si es que podemos llamarle así- en la forma de hacer las cosas ha tenido o tendrá en las nuevas generaciones de arquitectos chilenos?

“Como tu bien dices hoy la arquitectura sustentable es considerada una tendencia, pero no debiera ser el caso. La arquitectura por definición debiera ser sustentable. Por ejemplo, antiguamente, antes de la revolución industrial, si un edificio no utilizaba estrategias pasivas de calefacción, iluminación, distribución de programa y resultaba ser frio, húmedo y oscuro, la gente se enfermaba y moría, por ende el arquitecto tenía una responsabilidad vital. Hoy en día podemos ocultar la mala arquitectura utilizando equipos de climatización maravillosos, que disparan los costos operativos, generan contaminación y desgaste de recursos. Para Chile es fundamental entender la arquitectura como sustentable; tenemos problemas de abastecimiento energético y de sequía y es necesario que la normativa también se actualice a los requerimientos. En Barcelona, por norma, los edificios deben construir un estanque de recolección de aguas lluvias o grises (lavamanos y duchas) para utilizarla en las llaves de agua del jardín para lavar el auto, esto te guste o no genera una cultura de buen aprovechamiento de los recursos naturales, que finalmente beneficia a toda la comunidad”.

¿Cómo ve el presente de la arquitectura regional, especialmente de la conurbación? ¿Hacia donde debiese apuntar?

“Veo proyectos interesantes, la ciclovía Elqui pedaleable es un proyecto genial desarrollado por un equipo joven que incluye un arquitecto serenense, me gustaría ver más ese tipo de iniciativas que hacen falta a la región. Respecto a la conurbación no soy urbanista así que lo único que puedo decir como serenense es que me gustaría un desarrollo de una ciudad sustentable a nivel de vida, con servicios, áreas verdes y vías acorde con la escala de la ciudad, que se integre la ingeniería y la arquitectura de forma armónica, pero por sobre todo, que en su crecimiento considere como factor principal la calidad de vida de los serenenses”

¿Qué espera del futuro inmediato y/o a mediano plazo?

“Espero poder seguir desarrollando este tipo de proyectos relacionados al patrimonio natural y cultural, creo que Chile y la región tienen un potencial enorme en el desarrollo de este tipo de iniciativas desde el punto de vista del turismo y este es el punto en el que quiero centrarme ahora mismo ya que he asesorado a Sernatur Magallanes en proyectos de infraestructura de Parques Nacionales y creo que nuestra Región tiene un potencial increíble para desarrollar atractivos de interés turístico”.

 

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