Alrededor del 46% de la superficie de nogales de la región de Coquimbo se ubican en la Provincia del Limarí. Ello se traduce en 1.036 hectáreas de nogales, fundamentalmente de las variedades Serr y Chadller.
Pero lo verdaderamente importante es que el nogal y sus derivados, las nueces, significan una interesante alternativa económica para los agricultores de la provincia, agobiados por la crisis hídrica que afecta a la zona. Es más, se estima que en menos de 10 años, el nogal podría ser el principal frutal plantado en Chile, según cifras del Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA.
Al respecto, y en medio de la ya conocida situación de escasez hídrica que vive la región, es que nace la idea de elaborar estrategias que permitan a los agricultores adaptarse al cambio climático, especialmente lo que refiere a déficit hídrico, y donde los productores de nogal por cierto, no quedan al margen.
En ese contexto, surgió la necesidad de realizar un estudio para conocer la necesidad de riego del nogal, el cual se lleva a cabo por INIA, a través de la iniciativa financiada por el Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional, proyecto denominado “Tasa de riego diferenciada del nogal según estado fenológico”.
En ese contexto, se realizó un taller realizado en la localidad de Rapel, comuna de Monte Patria, en donde se capacitó a productores de la Cooperativa Limarí Nuts, quienes aprendieron técnicas de poda invernal, trabajo que permite obtener un mejor rendimiento de los nogales. “Se abordó el manejo de la poda con el objetivo de generar centros productivos para la próxima temporada, eliminar ramas mal ubicadas que generan exceso de sobra al interior de la planta, mejorar la iluminación al interior de la planta para favorecer la floración”, explicó el investigador de INIA, Giovanni Lobos.
El profesional reiteró que ante el fuerte déficit hídrico existente, el trabajo desarrollado a través de este proyecto es fundamental ya que, busca generar protocolos para manejar el cultivo del nogal bajo déficit hídrico, priorizando el crecimiento de la fruta y una vez definido el calibre de la nuez, se busca reducir las tasas de riego del nogal hasta en un 30%, específicamente en los meses donde hay mayor demanda hídrica por parte de la planta, pero menor oferta hídrica.
En ese sentido, Lobos argumenta que el nogal “es un cultivo que requiere aproximadamente entre 8000 a 10.000 metros cúbicos (de agua) por hectárea dependiendo de la zona donde se establece, generalmente los huertos más cercanos a la cordillera son los que requieren mayor cantidad de tasa de riego”.
Agrega que “a través de este proyecto FIC, hemos definido que la variedad Serr se adapta bien al déficit hídrico, lo cual permite reducir el agua al cultivo una vez que la planta haya logrado el calibre final a la nuez. Es decir, se puede reducir el riego al nogal hasta un 30% en los meses de enero, febrero y parte de marzo, que son los meses de menos oferta hídrica. Esto permite mantener la productividad del huerto, las condiciones de la planta y no afecta la calidad y productividad de la fruta”, detalló el Investigador.
Por su parte, Edgardo Díaz, director regional de INIA señaló que “el resultado de nuestras investigaciones son importantes para mejorar la eficiencia hídrica, reduciendo el consumo de agua de manera significativa, pero sin perder calidad en la nuez, por tanto, aportamos a que la agricultura se adapte a escenarios de restricción hídrica”.
Calidad por sobre todo
Cabe reiterar que el INIA hoy trabaja en generar un manejo de protocolo del nogal priorizando un buen calibre de la fruta y posterior a eso someter la planta a un riego bajo, permitiendo, como decía el director regional del organismo, mantener la calidad de la fruta.
Así también, el estudio ha demostrado que al tener un riego más restringido se potencian los colores claros de la fruta y se mantiene la productividad.