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El Día
El rol de los profesores en la enseñanza escolar resulta clave para la formación tanto educativa y formativa de los niños, sin embargo, cuando la gran labor de estos profesionales se ve obstaculizada, no solamente los profesores se ven afectados, sino que también los estudiantes.

El caso en que una educadora de párvulos fuera agredida en el Colegio Villa San Bartolomé por apoderados de un alumno de kindergarten el pasado noviembre, fue un punto de inflexión considerado como un “acto cada vez más recurrente, dentro de un contexto donde cada vez más son más repetidos estos hechos”, según Eduardo González, dirigente nacional del Colegio de Profesores.

González explica que los hechos de violencia hacia los profesores es una práctica que a nivel nacional ha tomado revuelo los últimos años debido a una “desvalorización creciente hacia los docentes”. Y es que la ausencia de un protocolo de acción claro, que esté inserto en el reglamento interno que salvaguarde la integridad educativa en los establecimientos públicos es cada vez más frecuente, lo que genera un miedo generalizado entre los profesionales por estar expuestos a conductas agresivas por parte de apoderados, alumnos, directores, e incluso de otros docentes, que quedan impunes.

“Porque si bien existen conductos regulares, estos no son llevados a cabo como corresponde. Esta situación les genera un miedo importante a los docentes porque al fin de cuentas, no pueden hacer ningún reclamo”, sentencia.

El Coordinador del Área Curricular y Formativa y a la vez Encargado Comunal de Convivencia Escolar de la Corporación Gabriel González Videla, Luis Tabilo, esclarece que “la convivencia escolar obedece a una política nacional en la materia, y es establecida como la posibilidad de que toda la comunidad educativa este en armonía”.

Según expresan las opiniones conjuntas del Colegio de Profesores, existe un temor generalizado por parte de la comunidad docente para reclamar por los hechos de violencia que los afectan 

MANOS ATADAS

Una profesora de educación general básica, cuyo nombre se mantiene en reserva, expone su caso y comenta que su experiencia laboral la tiene “muy mal anímicamente”, ya que se ha visto afectada su integridad física, psicológica y moral. Señala que velar por su derecho de ser respetada ha dado como resultado un “pésimo ambiente laboral, ya que no somos respetados y sufrimos constantes faltas de respeto”.

“Fueron innumerables situaciones de maltrato que viví y se las informaba a la directora, la cual siempre me respondió que debía ignorar a la gente problemática”. Explica, que lamentablemente, el consejo recibido tuvo una consecuencia muy negativa, ya que “la directora me culpó de traerle problemas, porque al establecimiento llegó el encargado de convivencia de la corporación (Gabriel González Videla) para llamarle la atención por su erróneo proceder de obviar graves situaciones”.

La profesional añadió que después de esta situación, “todo empeoró” debido a que la directora tuvo una mala actitud: no le dirigió más la palabra e incluso la bloqueó de su teléfono. Sentenció que gracias a su situación pudo darse cuenta que sus problemas en el colegio no acabarían, por lo que solicitó cambio de establecimiento, incluso aceptando que le bajaran el sueldo.   

MIEDO DE DENUNCIAR

Según expresan las opiniones conjuntas del Colegio de Profesores, existe un temor generalizado por parte de la comunidad docente para reclamar los hechos de violencia que los afectan. Esto es consecuencia de que el director o el sostenedor del establecimiento han solicitado no denunciar y bajarle el perfil al suceso para que la situación no pase a mayores y así velar por la imagen de la institución.   

Rosa Castex, tesorera comunal del colegio, explica que el “miedo e incertidumbre” que viven los profesores por la falta de un protocolo concreto desemboca en un incremento sustancial de licencias médicas, la mayoría por estrés o depresión. “Hoy nos sentimos con las manos atadas, no podemos darle la importancia correspondiente a los hechos de violencia hacia nosotros porque se nos solicita bajarle el perfil, para así generar un clima educacional que no es el verdadero”.

Por último, añadió que este es un problema de la comunidad educativa general y no solamente de los establecimientos públicos.

PROTOCOLO VS. REALIDAD

Según el Director Regional de la Superintendencia de Educación, Francisco Brizuela, en este año van seis denuncias por agresión hacia docentes en la Región de Coquimbo, pero que en los últimos dos años el número asciende a dieciocho.

El director enfatiza que en los colegios debiese existir siempre un protocolo o un manual de convivencia escolar que se respete permanentemente y que se realicen las acciones impuestas en él para salvaguardar la integridad de toda la comunidad escolar, sin embargo, explica que “estos no en todas las circunstancias existen, y si es que los hay, no siempre se cumplen”.

Por otra parte, Patricio Bacho, Secretario General de la Corporación Gabriel González Videla, afirma que dichos protocolos se encuentran presentes en todos los establecimientos, pero que educar bajo el contexto que vive gran parte de los alumnos que acuden a colegios públicos constituye un mayor grado de dificultad para que estos se cumplan a cabalidad. “Nosotros hacemos la salvedad que tenemos una población de estudiantes que atendemos, que poseen importantes grados de vulneración”, declara. 

DESCONOCIMIENTO PROTOCOLAR

Existen sucesos que quedan en total desconocimiento debido a que los mismos docentes no saben cuáles son las acciones a seguir cuando su integridad se ve violentada, o no lo hacen para mantener la estabilidad laboral. Según dirigentes del Colegio de Profesores, “hay muchos casos que no se denuncian por desconocimiento”.

Francisco Brizuela comenta que se ha trabajado para fomentar el conocimiento que los docentes deben tener para saber qué hacer en estos casos, instruyendo a los establecimientos educacionales de la región para que elaboren un protocolo de acción frente a este tipo de situaciones. “Si bien nosotros recomendamos que exista este manual, también instamos a que los hechos de violencia siempre sean denunciados a la Superintendencia de Educación”.

El Director de la Superintendencia llama a denunciar los hechos que afectan la integridad de los docentes directamente al organismo que él dirige, para así investigar la existencia de un eventual protocolo, o si es que se llevaron a cabo las medidas impuestas en él.

Por otra parte, Patricio Bacho manifiesta que en todos los establecimientos escolares existe un manual de convivencia y que éste se encuentra bajo el conocimiento de toda la comunidad educativa, y que en los casos de que no se cumpla, “también se sabe cómo hay que actuar”.

El Secretario General de la Corporación complementa que tienen todos los canales disponibles para atender las denuncias y que “cuando llegan actuamos, sin embargo, hay veces en que no se realizan a tiempo, por lo que no podemos actuar para constatar lo denunciado”, sentenció.

UN AGRAVANTE CON DOBLE CONSECUENCIA

Para Eduardo González, del Colegio de Profesores, el rol de los docentes resulta fundamental ya que constituye el eje del sistema educativo. “Cumple un rol no solamente pedagógico y cognitivo, sino también, en la construcción de relaciones sociales que forman a personas capaces de enfrentar situaciones y resolverlas de manera democrática, con respeto y el diálogo”.

Es de conocimiento general que los docentes tienen un papel protagónico en la formación de los niños, sin embargo, el que no se sientan con el suficiente respaldo para ejercer sus funciones puede desembocar en un agravante con doble consecuencia. Esta situación hace preguntarse, quién es el más afectado cuando un docente no cuenta con suficiente resguardo, ¿el profesor o los estudiantes?

Para la psicóloga del Programa de Integración Escolar de la Universidad de La Serena, Viviana Sepúlveda, los docentes se exponen todos los días a la posibilidad de ser violentados, por lo que “llevan una carga bastante pesada”. Explica que actualmente están sobrecargados en términos laborales y emocionales, lo que desemboca en que disminuyan su nivel de rendimiento.

“Esto se ve reflejado en su rendimiento pero también les afecta a los niños que reciben las enseñanzas, porque hay que considerar que la mayoría de los profesores también son jefes de curso, entonces están a cargo permanentemente de un grupo de alumnos. Entonces si un profesor no está bien emocional o psicológicamente, esto se transmite hacia los escolares”, añade.

Sepúlveda sentencia que cuando los profesores están muy cansados, con depresión o estrés, la motivación y vocación disminuye. Y que “todos esto es percibidos fácilmente por la clase porque afecta directamente el liderazgo y el manejo del grupo. Entonces, cuando un docente no anda bien, no puede responder eficientemente a lo que demandan sus pupilos”.

Por otra parte, el psicólogo encargado de convivencia de la Escuela Santiago de Guayaquil, Raúl Zúñiga, señala que es de suma importancia que el ambiente donde desarrolle sus funciones cualquier docente debe transmitir tranquilidad. Esto, para que ejerza sus labores eficientemente y la calidad de la clase esté a la altura de lo que se demanda. “Es de suma importancia que los encargados de convivencia fomenten ambientes que sean favorables para el aprendizaje. Porque este está estrechamente relacionado con el desánimo del profesor en cuestión”.

Zuñiga complementa que cualquier persona que no esté motivada, “es incapaz de entregar el cien por ciento de sí, por lo tanto no podrá entregar el contenido completo. Entonces si el profesor no es capaz de transmitir la motivación, la clase no resultará exitosa”.

Las consecuencias que trae consigo que un docente no se sienta en un buen ambiente laboral resultan ser evidentes: enfermedades como depresión, ansiedad o estrés, desmotivación para impartir las clases como corresponde desembocando en la ausencia de liderazgo, y una calidad educativa que no está a la altura de lo que se espera en un mundo cada vez más competitivo, donde las habilidades blandas resultan trascendentales para la formación valórica de los estudiantes.

El llamado es a denunciar todos estos actos a tiempo para que la comunidad escolar se desarrolle en armonía, bajo un contexto de motivación y unión, para que tanto docentes como alumnos puedan sacarle provecho a las clases que los profesionales de la educación preparan con la vocación que los caracteriza.

LA LEY

La Ley 20.501 de Calidad y Equidad en la educación promulgada en el 2011, establece que los educadores gozan del derecho a trabajar en un ambiente tolerante y de mutuo respeto, “del mismo modo, tienen derecho a que se respete su integridad física, psicológica y moral, no pudiendo ser objeto de tratos vejatorios, degradantes o maltratos psicológicos”.

 

CLAVES

 

¿Qué fiscaliza la Superintendencia de Educación?

-Que todos los establecimientos cuenten con un reglamento interno que contenga normas de convivencia, un encargado de convivencia, un plan de gestión para velar por una comunidad armónica y un protocolo de actuación frente a situaciones de violencia.

¿El reglamento de convivencia es lo mismo que el reglamento interno del establecimiento?

-No. El reglamento de convivencia, son las normas de convivencia que forman parte del reglamento interno que todo establecimiento educacional tiene la obligación de elaborar, aún cuando conste en un documento separado.

¿Qué es un protocolo de actuación?

-Documento que establece los pasos a seguir y los responsables de implementar las acciones necesarias para actuar frente a una situación de violencia escolar. Este Protocolo debe formar parte del reglamento interno y debe ser conocido por todos los miembros de la comunidad educativa.

¿Cuál es el procedimiento que debe realizar un docente al recibir algún tipo de maltrato?

-Informar al equipo directivo y/o sostenedor para que estos activen el protocolo de acción dispuesto en el reglamento interno, para que activen las medidas disciplinarias formativas, para que consideren la aplicación de técnicas de resolución pacífica o para solicitar la mediación a la Superintendencia de Educación.

¿Dónde recurro para hacer la denuncia?

- Se denuncia a través de las oficinas de la Superintendencia de Educación, particularmente si se trata de temas de violencia.

 

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