• Raquel Collado: Una vida de enseñanza
    Raquel Collado: Una vida de enseñanza
Con una trayectoria como profesora de más de 50 años, Raquel Collado Muñoz es el fiel espíritu del maestro de antaño, aquel que se esmeraba por entregar una enseñanza de calidad a sus alumnos.

TEXTO: Ricardo Galvez

Toda una vida dedicada a la educación. Esta es la mejor frase que podría definir a Raquel Collado Muñoz, reconocida profesora de La Serena, condición que impulsó al municipio a entregarle la Medalla Ciudad de La Serena.
En la actualidad está alejada de las aulas, pero se mantiene activa como presidenta de los profesores jubilados de La Serena, organización que funciona en la sede del Colegio de Profesores de la ciudad.
Raquel o “señorita” Raquel como le gusta que la llamen, nació un 27 de julio de 1926 en La Serena y es la mayor de 11 hermanos, quienes fueron como sus “alumnos”.
Cuenta que su propia madre fue quien le enseñó a leer. Ingresó a estudiar en el Colegio Alemán, pero no pudo terminar su enseñanza allí: Fue cerrado a causa de la Segunda Guerra Mundial.
En su juventud, se tituló como profesora de Educación Primaria en la Escuela Normalista, donde, asegura, “no sólo se enseñaban contenidos, sino que era una educación integral”. Allí fue una alumna destacada, pero no sólo en el ámbito de las notas, el académico, sino que también en el sentido humano.
Reconoce que “a mi madre no le gustaba que yo quisiera ser profesora pues decía: No, profesora no, porque las mandan a los campos, tienen que cruzar un río para llegar a la escuela. Yo, al contrario de ella, esto lo encontraba fenomenal”.
Atesora, en su corazón, un lugar muy especial para su primer destino como profesora: La localidad de Los Choros, lugar del que, dejando afuera su habitual humildad, se siente parte de su progreso. Ahí fundó más cursos para la Escuela Nº 48 de Los Choros y aun llegó a dar la hostia en la parroquia de ese sector.
Con el transcurso de los años, logró más experiencia y se transformó en la primera directora del Colegio Alemán de La Serena. Toda una vida de llena de entretenidas anécdotas, una mujer, que pesar de su edad, continúa llena de jovialidad.
Afirma que desde muy pequeña supo que su vocación estaba en ser una maestra. “Fue desde niña, muy niña. Yo tenía 2 tías profesoras, pero aunque nunca las vi en una sala de clases, intuitivamente yo pensaba ‘qué lindo enseñar’”.
Su inquietud la motivó a colaborar en la creación de la escenografía del ballet “Cascanueces”. Relata que “mi hermana vive Dakota del sur, en Yankton y ahí se presentaba este ‘Ballet Cascanueces’, eran tiempos navideños. Me pidieron colaborar en algunas cosas, había que pintar unos soldaditos y yo lo hacía con mi creatividad. Ahí también se estaba presentando ‘Cascanueces’ y los ayude con la escenografía”.
Su labor como profesora fue reconocida cuando fue nominada como “Amiga de la educación americana”. Sucedió cuando una familia puertorriqueña y que sólo hablaba español llegó a la localidad donde vivía su hermana, en Estados Unidos. Allí existen los ‘Voluntarios de la educación’, y ella asumió enseñar inglés al hijo menor de la familia. “A los 3 meses el niño ya sabía muy bien inglés, e incluso para la ‘Semana de la educación’ disertó. “Ahí me entregaron un diploma como ‘Amiga de la Educación americana’. Recibí este premio, como con todas las cosas que hago, sin esperar una recompensa, sólo porque me gusta hacerlo ‘sin alharacas’. Me siento investida de este trabajo vocacional de enseñar”
Sus décadas en el aula transforman a Raquel Collado en una voz autorizada para hablar de la calidad de la educación que se entrega en nuestro país. “Yo creo que con la libertad con que el Creador nos hizo, cada cual tiene la libertad de razonar, buscar lo mejor de sí, bien empleado”, indica para hablar de las diferencias entre la educación pública y privada.

MEDALLA

••• La municipalidad de La Serena no quiso mantenerse al margen y reconoció a Raquel Collado con la medalla de la ciudad, la que le fue entregada en una ceremonia durante el aniversario. Acerca de este homenaje, afirmó que “nunca lo había pensado porque mi trabajo ha sido siempre silencioso, sin esperar recompensa alguna, lo hago por intuición, por vocación, por placer”.

 

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