• Fotos: Lautaro Carmona
Les han robado seis veces este año y dos entre domingo y lunes. Las tías ya no saben qué hacer, así que para seguridad de los propios niños decidieron poner llave. “Da impotencia, porque lo robado es para uso de los niños. ¡Si ya no queda nada! Se robaron todo”

Cansadas están las funcionarias que se desempeñan en el jardín infantil San Daniel, en pleno centro de la comuna de La Serena. Es que ya están hartas de los robos. Seis en este año y dos en los últimos días. Sí, ya que la madrugada del domingo y lunes, sujetos, que aún no han sido identificados, ingresaron al establecimiento y robaron todo objeto de valor. No dejaron nada.

El hecho quedó al descubierto cuando Alejandra Aguirre, tía del jardín, se apareció este domingo porque se le habían quedado algunas cosas y sorpresa fue cuando encontró desorden y varias cosas menos, especialmente las de valor.  

“Cuando me di cuenta del robo se puso la denuncia en carabineros, pero el lunes cuando entramos nos dimos cuenta de que habían robado nuevamente y se llevaron lo que les faltó del día anterior, dejando todo desordenado. Es una lástima y ya no sabemos qué hacer”, afirma afligida, debido a que lo robado era básicamente para las clases de los niños, como proyectoras, un computador, amplificadores de música, un DVD, una radio.

“En realidad se robaron lo que no alcanzaron a robar el primer día que ingresaron”, advierte.

Los sujetos, al parecer, ingresaron al jardín –ubicado en Brasil 868- por el techo. Y como no existen cámaras no hay registro de aquello. No obstante, “pusimos la denuncia en carabineros. Es lamentable, ya que son los niños los más vulnerables, porque son ellos quienes ocupaban los implementos para mejorar la calidad de la educación. Por ejemplo, tuvimos que reprogramar una disertación y tuvimos que usar cartulinas, porque se robaron el proyector. Volvimos al sistema antiguo, ese de disertar en cartulina”, dice Alejandra.

Y agrega que “carabineros que hará rondas por las noches, pero no sé qué más pueden hacer. Como jardín tomamos más medidas de seguridad e incluso pusimos un cartel afuera avisando lo que había pasado y cerramos con candado, puesto que nos sentimos vulnerados, temerosos. Estamos encerrados y durante la jornada laboral estamos con candados, con el miedo a que puedan ingresar a cualquier hora estando los niños adentro”.

Por último, comenta que “no es lo ideal estar encerrados y tampoco sabemos cuánto tiempo estaremos así. Cada tía tiene una llave en caso de emergencia para poder abrir la puerta y por la seguridad de nosotros y de los propios niños. Lo importante es que hemos recibido mucho apoyo de los apoderados. Pero es una situación lamentable y que molesta. Da impotencia, porque lo robado es para uso de los niños. ¡Si ya no queda nada! Se robaron todo”.

 

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