Pasó lo que tenía que pasar. No se necesitaba ser un político profesional con cargo obtenido por elección popular o designación, tal vez ganado por concursos, (no siempre del todo transparentes) o conseguido bajo la enmarañada red de contactos que se logran, cuando se pertenece a esa clase política civil o CPC, para señalar lo que ocurrió, tras los complejos y largos escrutinios efectuados al término del último proceso eleccionario. Otro tanto ocurre con la opinión de algún politólogo con título y grado, o la de periodistas que transitan por esta temática, y pontifican sus opiniones.A nivel nacional, el triunfo se lo llevó, holgadamente, la abstención (léase un 65%). Para nuestra trisada democracia, esta situación la considero grave y para la comuna centrada en la señorial ciudad de La Serena, mucho más.Por de pronto, siete candidatos al sillón alcaldicio fueron más que suficientes. Ganó el actual titular. Pero cuando tomé la planilla tipo sábana, con los nombres de cándidos candidatos a concejales que me entregaron en mi mesa, con 83 postulantes para llenar 10 cargos, pertenecientes a coloridos “pactos”, recién pude realmente aquilatar qué calidad de representación podrán esgrimir aquellos que obtuvieron una banca en el salón del cabildo serenense. Aquél que obtuvo mayor cantidad de votos, de un universo posible cercano a los 70.000 (sin militancia conocida), sumó apenas 2.746 (7,5%) y el último de la lista obtuvo la módica suma de 618 votos, equivalentes a un 1,71% del total de los sufragios. Sumando los de todos los ganadores, se alcanzó apenas la suma de ¡15.630!; de los diez escogidos, 6 se han integrado como nuevas autoridades y sólo cuatro conservaron su banca. Pero basta ya de cifras. Atengámonos a lo que hay. Al menos, el caleidoscopio de tendencias políticas varió en parte. Ahora se inscribe un comunista, un nuevo socialista, un conocido actor de la derecha dura y tres cuya militancia o tendencia ideológica me resulta desconocida.Todos prometieron acciones concretas y caracterizaron o describieron sus cualidades personales, de manera transparente.Ahora, les cabe el deber de ser consecuentes con sus principios o los de su partido y con lo que la voz del pueblo les pide o exija. Por tanto, señoras y señores concejales, ¡A trabajar!, pero sin usar el mecanismo de “cubiletear” o el de acuerdos bajo cuerdas.
Autor
Historiador, académico, arqueólogo y exdirector del Museo Arqueológico de La Serena
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