Señor Director:
Se nos viene la campaña política. Una vez más tendremos que soportar, con cierto pudor, candidatos a Presidente, Parlamentarios y Consejeros Regionales, bailando cumbia, reggaetón o shuffle, rodeados de inocentes niños o repartiendo besos y abrazos en la Vega Central. Habrá, de “un cuanto hay”.
Nuevamente veremos a algunos candidatos presidenciales jugar con la esperanza de los más necesitados, ofreciendo soluciones populistas. Otros asegurando que la sociedad más acomodada, los grandes empresarios y las colusiones, son los únicos responsables de las desgracias de los chilenos. ¡Jamás los políticos!
Contrariamente, pocos y casi ninguno de estos candidatos políticos, les dirán la verdad, porque ellos saben que, quienes les darán el voto, no aspiran a escuchar la verdad. Están bien así. A unos, no les conviene, a otros, no les importa, para otros, no es parte de su ética personal o de su ethos profesional y otros, prefieren seguir viviendo una mentira. Porfirio, (234 - 305 d.C.), el filósofo griego, hace muchos siglos, ya lo aseveraba, “el mentir, mucho más que reír, es propio del hombre”.
Así las cosas, este año, se hace necesario que los votantes perciban algo diferente. Un candidato que diga la verdad. Un candidato que se haga merecedor al voto de los más de 9 millones de chilenos desencantados. Esos que concurrirán a las urnas únicamente, si descubren a alguien que no les mienta. Alguien que demuestre con el ejemplo personal su buena fe, su honestidad, su franqueza, su código ético. Un político distinto al resto, alejado del “todo vale” y de lo “políticamente correcto”. Un candidato con su propio relato humano, que se destaque por practicar la “parresía”. Un candidato que sea audaz y actúe con coraje y transparencia. Que sea capaz de decir con valor, lo que nadie se atreve.
Si llegásemos a encontrar a ese candidato, uno nuevo, no repetido, que diga las cosas por su nombre, creo que, tendríamos entonces, al candidato apropiado. Uno que escuche a aquellos que se quejan del terrorismo, a los que se quejan de los exorbitantes sueldos de los diputados y senadores, a los que se quejan por la falta de seguridad, a los que, con perdón, sin venganzas ni persecuciones, quieren seguir adelante y mirar el futuro. Uno que atienda oportunamente a los habitantes de este país cuando claman por los soldados, cada vez que hay una catástrofe. Un Presidente de Chile que asegure la no politización de las Fuerzas Armadas. Un candidato que aglutine a quienes aman la Patria de O´Higgins. Una República que no solo se reconozca por sus límites en un mapa, sino también por su contenido. Por el ethos de sus instituciones, el compromiso del Estado y la calidad moral de su gente y sus gobernantes.
Necesitamos a ese candidato presidencial. De no encontrarlo pronto, “estamos fritos”. Sin él y sin su triunfo, seguiremos “escorados a babor”. Tendremos gobernantes populistas y mediocres que le seguirán cargando la culpa de su ineptitud al Gobierno de las Fuerzas Armadas y ahora, a Trump también. Seguiremos pagando, con nuestros bolsillos, sueldos vitalicios y eternos favores políticos. Continuaremos apoyando la tiranía cubana y venezolana. Nuestra economía cada día tendrá más resultados negativos y números rojos y, finalmente, recurriremos a millonarios préstamos, que nos endeudarán, decenas de años, con lejanos países. Esto no es el cuento del pastorcito y el lobo. Es la realidad de varias naciones donde, sus habitantes, hacen todo lo posible por irse o escapar de ellas.
Finalmente, estimado lector, como animal político, al igual que usted, debo confesarle, sin ser de ningún partido o movimiento político, que ya encontré a un candidato presidencial de mi agrado, confío también, en que él sea la esperanza de una buena parte de esos 9 millones de desencantados con los mentirosos y que, gracias a nuestra tozudez, permitimos, a menos de 4 millones de personas, imponernos, como cobardes ovejas, sus ideas y doctrina.
El que busca, siempre encuentra.
Christian Slater Escanilla
Coronel (R)
Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.