Señor Director:
“La Tercera”, el domingo 10 de junio, en un reportaje kafkiano sobre la situación judicial que afecta a un ex Comandante en Jefe del Ejército, me ha dejado perplejo.
Ese medio ya sabe cuál es “La Condena” del joven Teniente Juan Emilio Cheyre Espinosa. Un ayudante del Comandante del Regimiento de un martes 16 de octubre de 1973 cuando, un helicóptero Puma, al mando de un General, sorpresivamente y en tan solo unas horas, le cambió el destino a Oficiales y Suboficiales que recién iniciaban su carrera militar. Solo por haber estado ahí. Solo por ser militares del año 1973.
En el mencionado reportaje, sus responsables, en una suerte de seres invisibles y con poderes especiales, no son capaces de ver lo que sucedió ese día hace 45 años atrás, pero sí lo que ocurre un 7 de julio del 2016, cuando el Juez Carroza dispone las primeras detenciones.
Refiriéndose, a lo que en ese día -muy temprano en la mañana- habría hecho el General Cheyre, en un tono dramático y ficticio “La Tercera”, señala: “Miró por la ventana y estuvo varias horas en silencio…pensativo…”. Más adelante, estos seres invisibles, también tienen el poder para leer los escritos del Juez Mario Carroza, quien investiga la causa sobre 15 presos políticos fallecidos en el Regimiento “Arica” de La Serena, asegurando que esta causa está a punto de concluir. Sería en las próximas semanas. Así lo afirma el medio. Además, relata detalladamente todo lo que ocurre -minuto a minuto- en el despacho del ministro Carroza. Que suerte, algo que no puede hacer el abogado del General Cheyre, y él menos. Eso podría ser muy útil para su defensa. Entiendo que es una facilidad que tampoco debería tener el abogado querellante.
Pero más grave aún, en el reportaje se califica al General Cheyre de “cómplice”, adelantando además la pena que recibirá y asegurando lo siguiente: “Carroza llegó a la convicción de la complicidad de Cheyre en la ejecución de 15 partidarios de Allende en el Regimiento La Serena, ocurrida en 1973”, todo ello en grandes y destacadas letras negras.
Pero no es lo único que llama la atención de este seudo reportaje. En una de sus partes también se afirma, con una aberrante simplicidad, que “...la única diferencia entre el “episodio Calama” y el “episodio La Serena” de la Caravana de la Muerte es la cantidad de víctimas de cada caso...”. Como si aplicar justicia solo fuera seguir un determinado padrón de datos, que se meten a una fría computadora y se obtiene un resultado. Para “La Tercera”, así de fácil se decide la vida y el futuro de inocentes, culpables o víctimas, en tan trágicos sucesos.
No soy periodista, pero una vez tuve la honra, suerte y oportunidad de trabajar con un selecto grupo de ellos, tiempo suficiente para aprender a reconocer un buen reportaje. Este del que hablamos, no lo es. Algo trágicamente absurdo e incomprensible para un Medio de Comunicación de tan larga y notable trayectoria, a días de cumplir -el 7 de julio- 68 años de existencia.
Reportaje que por lo demás, en una declaración pública del Abogado Jorge Bofill, (abogado del General Cheyre), fue catalogado como falso y erróneo en varios de sus antecedentes.
Un reportaje que a lo menos debió haber considerado el contraste de diferentes y variadas fuentes. Única forma de hacerlo más creíble, menos sesgado, más imparcial y justo. No puede ser que todo quede -aparentemente- en comentarios, puntos de vistas y opiniones del propio periodista encargado de su redacción. Ni siquiera “una humilde cuñita”, a los abogados de los afectados o a ellos mismos. Lo que deja muy claro hacia donde van los dardos, quién entregó los antecedentes y cuál en la posición del periodista y del editor.
Ya suficientes problemas tienen el ex Teniente Cheyre, para que también sea “La Tercera”, el medio que canalice el odio de quienes desean -a cualquier costo- un simbólico trofeo de guerra. No por lo que ocurrió cuando él era Teniente, no por ser el General del “Nunca Más”, no por haber impulsado y exigido el estudio y el respeto de los Derechos Humanos, no por haber presentado la nueva Ordenanza General y la obediencia reflexiva, no por haberse acercado la institución a la sociedad con sus más altos índices de aprobación, sino por ser un ex Comandante en Jefe del Ejército de Chile. Un trofeo que sustenta y justifica los oscuros y mediocres propósitos de quienes lo persiguen.
Quisiera terminar mi carta, la que no será publicada por “La Tercera”, con las palabras del General Juan Emilio Cheyre, aquellas que en una fecha como la que estamos viviendo, un 13 de junio del año 2003 y al termino de una revista a las unidades militares de la División de Antofagasta, manifestó a la prensa: “nunca más a una clase política que fue incapaz de controlar la crisis que culminó en septiembre de 1973. Nunca más a los sectores que nos incitaron y avalaron oficialmente nuestro actuar en la crisis que provocaron. Nunca más excesos, crímenes, violencia y terrorismo. Nunca más un sector ausente y espectador pasivo. En fin, nunca más una sociedad chilena dividida”.
Ese es el General que gente muy puntual de nuestra sociedad quiere ver condenado, detenido y preso, para ganarse la fama y los méritos que nunca han tenido en su vida, en un currículum saturado de odios, escaso en buenas acciones, pobre en contenidos y desierto en sus aportes a la reconciliación apoyados, además, por una justicia cada vez más desacreditada que, según una encuesta de la Universidad Católica, es calificada con un 3,2 en una escala de 1 a7.
Ese es el ex Comandante en Jefe del Ejército de Chile que el Presidente Ricardo lagos, en la Plaza de la Ciudadanía, frente a La Moneda, despidió con estas palabras: “En este espacio, lleno de símbolos, que nos acompaña un militar, un ciudadano que hizo suya la misión de devolver el Ejército y las instituciones armadas para todos los chilenos y chilenas, y contribuir a forjar la anhelada unidad nacional”
Christian Slater Escanilla.
Coronel (R) del Ejército de Chile.